Tribuna de opinión
Juan Luis Selma
Dios también llora
La aldaba
Los paradores no tienen ya los recordados entremeses en su carta, un plato que reunía un compendio de exquisiteces locales y que inexplicablemente se ha perdido. Tampoco las camareras visten los trajes regionales. Han florecido los paradores minimalistas como hongos, aunque se siguen manteniendo, por fortuna, los que mantienen en su esplendor castillos (Zafra), fortalezas (Bayona) y destacados bienes de interés cultural, como los de Granada, Santiago de Compostela o el decadente de León, que ni el leonés Zapatero pudo afrontar su reforma siendo presidente del Gobierno, cuando ha sido la histórica joya de los hoteles europeos durante muchos años. Los paradores han reabierto con precios competitivos en plena crisis del Covid-19. Es una delicia disfrutar de algunos de estos establecimientos. En Andalucía contamos con algunos de los mejores de España, como el de Carmona o el citado de San Francisco de Granada. No olviden el de Arcos, o los muy playeros de Mazagón y Ayamonte. Este último se levantó en el lugar donde indicó el entonces ministro de Turismo, Manuel Fraga, un instante del que se conserva una foto firmada nada menos que por Rodri, que con los años fue alcalde de Huelva. Málaga capital tiene dos: el del golf y el de Gibralfaro. Sevilla sólo el carmonense, pues fracasó el intentó muy solapado de convertir San Telmo en un parador, ¿verdad Pepote?. Hoy es el parador San Elías. Hubo un tiempo en que se barruntó la privatización de la empresa estatal Paradores. Y hubo un movimiento en contra a cargo de la sociedad civil. Abogados como el sevillano Miguel Villegas lucharon por el mantenimiento público de la sociedad, clave para que no pierdan su esencia. Los paradores son un sello distintivo de España, como lo fueron las pousadas para Portugal, nación donde se encuentra, por cierto, uno de los paradores de cinco estrellas más preciados. El parador andaluz más moderno es el de Cádiz, conocido como el Hotel Atlántico, un edificio de nueva planta que en principio echa para atrás, pero que está consagrado a la luz y a la mar con pleno acierto. En tiempos de pandemia, con el turismo nacional como única vía para sacar adelante todo el sector servicios del que depende en buena medida nuestra economía, los paradores son una buena opción para viajar por destinos del interior y de la costa. Cada uno tiene su preferido. El gran desconocido es el de Plasencia, una suerte de parador de San Marcos de León en pequeño. En el de Guadalupe se puede dormir junto al gran monasterio. Y hay paradores hasta con fantasmas.
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