¿Una única solución?

Gente hay que solo quiere resolver las cosas enviando rayos y despreciando cualquier otro tipo de solución

Es Isaiah Berlin, uno de los filósofos más representativos del liberalismo en el siglo XX, quien desvela un sesgo o manía que nos impiden resolver los conflictos personales y sociales que nos acogotan y nos angustian. Hay en el pensamiento occidental, dice, un utopismo, (para unos, la idea de que al principio existió la edad de oro y todo era perfecto, pero luego se va corrompiendo; y, para otros, que lo perfecto está por llegar), que puede concretarse de esta manera: el convencimiento entre nosotros, los occidentales, de que para todo problema humano auténtico sólo existe una solución correcta y verdadera y todas las demás son falsas, y que, por tanto, una vez hallada, ésta es la que hay que aplicar. Para el problema catalán, el de la política tributaria o la incidencia de la droga sólo hay una salida adecuada. Ningún aprieto, siempre que se plantee correctamente, puede tener para resolverlo dos respuestas que sean diferentes y, a la vez, correctas.

El problema viene porque este convencimiento nos lleva a un dogmatismo fijo y estricto que puede derivar, y de hecho deriva en muchos casos, en una rigidez fría y severa impedidora del diálogo y la negociación. Niega aquello de Machado, es el mejor de los buenos / quien sabe que en esta vida / todo es cuestión de medida: / un poco más, algo menos. Y también a proponer soluciones de tú o yo, y yo que tengo la fuerza, te la impongo como sea porque la solución es, ya sabes, una sola. No hay más que un camino impuesto para resolver el problema catalán, solo es posible una única y sola forma de tributación y para la droga pues ahí está Duarte, que también participa de esta convicción occidental.

Cuenta Augusto Monterroso que hubo una vez un Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero que en esa segunda ocasión encontró que ya en la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y en esta circunstancia se deprimió mucho. Gente hay que, según se aprecia, solo quiere resolver las cosas enviando rayos y despreciando cualquier otro tipo de solución, gente a la que solo le importa la derrota del otro y nunca echar abono para crear una convivencia aceptable. Pero el problema que se le plantea, de acuerdo con la observación de Monterroso, es que, cuando ha pasado la depuradora, ya no hay nada que demoler. Y entonces ¿qué hacer con los rayos que habíamos construido si ya no hay donde hacer mucho más daño?

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