En el Parlamento andaluz, con motivo de su reactivación, de la que el común medio andaluz prescinde, ha tenido lugar una pequeña polémica que arrastra de nuevo al antes transversal PSOE de Andalucía por el barro de la irrelevancia.

El PSOE de Andalucía considera que el PP de Andalucía se mete mucho con Sánchez desde aquí y que el Parlamento de Andalucía no está para meterse con Sánchez sino para discutir y resolver cositas de aquí. Estoy de acuerdo: el PP se mete con Peter y el Parlamento andaluz tiene que ventilar asuntos andaluces. Que el PP critique a Sánchez y el despliegue normativo de su gobierno debe ser de una rareza extrema y por eso ha sorprendido tanto, claro. La cuestión es que el PSOE ha solicitado opinión a los letrados de la Cámara para ver si un artículo del Reglamento del Parlamento, el 171, sirve para impedir el acoso del PP al amado líder. Han dicho que sí. El artículo, más antiguo que un bosque en su formulación, puede actuar (en determinadas circunstancias con mayorías cualificadas) como bloqueo, atención, a las proposiciones no de ley en el Parlamento andaluz que afecten a competencias exclusivas del Estado, pero, ojito, no se invoca en la práctica, no tiene mucho encaje constitucional y, si se impugnase el impedimento de ejercicio parlamentario amparado en el 171, lo más común es que lo tumbaran por antidemocrático. El PSOE ha dicho dos cosas: que 19 de 20 PNL del PP son para meterse con Peter y que los letrados se pasan de rosca: el nuevo PSOE-A solo pidió juicio técnico, sobra que es antiguo, antidemocrático y presumiblemente inconstitucional. El PP ha dicho otras dos: ¿dónde estás, PSOE?, y que, si se empeñan mucho, sus 58 diputados tardan cero-coma en desterrar el puñetero artículo.

Supongo que la lectura del relato anterior (ahorro por espacio los vergonzosos datos de actividad parlamentaria) importará al medio común andaluz un carajo enorme y eso es tremendamente saludable. Lo insano es que esta polémica exista y, sí, sustituya a las cosas de comer de los andaluces. Lo es también que el desaparecido y noqueado PSOE andaluz - ¿quién ve a Espadas?- reaparezca en la escena para frenar las críticas a Sánchez. Que lo defienda tiene su explicación, porque creerán, criaturitas, que es de los suyos; que cercene el debate, además de inútil, porque si el PP quiere aquí le pone banderillas, es muy torpe: los andaluces los vemos para proteger a Peter, pero no los vimos poniendo bien enmiendas al Presupuesto, porque llegaron tarde. No están porque no llegan. El palo va a ser tremendo y lo sorprendente es que lo saben.

El sexo de la mona es irrelevante: un empeño incomprensible para preservar la nada. Y, así, la mona, aunque se vista de seda, que no se da en Sánchez, mona se queda. Absolutamente.

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