Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

Un seguro de vida

11 de marzo 2011 - 01:00

UN seguro de vida, una credencial ante cualquier requiebro infortunado. Es lo que le ofreció a Alba R. su madre cuando decidió conservar su cordón umbilical. Alba R. había nacido bien, pero su madre pensó que ese cordón podía ser "un seguro de vida" para el caso posible de cualquier complicación. Así fue: los primeros síntomas de la patología de la niña fue que encadenaba con dificultad los pasos, antes de los veinticuatro meses, inestables al andar. Sin ningún diagnóstico específico, Diego de la Cruz, su pediatra de Cabra, pensó que lo mejor era someter a un TAC a la niña, porque la posibilidad el cáncer acechaba en la indefinición de todas las opiniones anteriores.

El resultado fue un meduloblastoma, y el cuidado y tratamiento de la niña se ha llevado a cabo por los servicios públicos de las comunidades andaluza y madrileña. La madre, cuando habla de la experiencia vivida tanto en el hospital madrileño como en el cordobés, sólo tiene parabienes hacia los profesionales que han tratado a su hija: y eso, en estos tiempos de general descrédito, cuando parece que todo, o caso todo, está en proceso franco de derrumbe, de desprestigio súbito o caída, hace que podamos dirigir una mirada aún más esperanzadora hacia la sanidad pública. El cordón umbilical de Alba R. había sido depositado por sus padres en los bancos de la empresa Crio-Cord, con instalaciones en Bélgica y Holanda. A partir de ahí, la actuación coordinada del Hospital Reina Sofía de Córdoba y del Universitario Niño Jesús de Madrid, en cuyo Servicio de Oncohematología se llevó a cabo el trasplante de sangre -en este caso, autotrasplante- procedente del cordón umbilical, para poder combatir su tumor cerebral.

Así, poco después, la extirpación de la mayor parte del tumor, dentro del cráneo. Después quimioterapia, con la salvedad de que la quimio, aquí, suponía la destrucción del sistema sanguíneo de la niña. Es en ese momento cuando entra en acción el sistema de células madre, resguardadas en el cordón umbilical, para regenerar la vida más íntima y más circulatoria de Alba R., y así recuperar su vida descubierta. Es en este momento cuando hay que resaltar la pericia del doctor Luis Madero, jefe del Servicio de Oncohematología del Niño Jesús: trasplante de las células madre hasta la médula, multiplicación y nuevos glóbulos blancos, rojos y plaquetas, y Alba R. con el sistema intacto. Hay que esperar, porque siempre hay que esperar. Pero la madre de Alba R., con su decisión de resguardar el cordón umbilical, ha protegido el último cartucho de la supervivencia de su hija de cuatro años. Frente a un futuro y probable -hoy algo más olvidado- debate sobre la idoneidad o no de las células madre, el caso de esta niña, y de su madre, es el mejor impulso de una investigación imprescindible.

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