Toda organización de personas está obligada a evolucionar. Unas lo hacen, otras no. Entre las primeras hay algunas que aciertan mientras otras yerran. Los partidos políticos no son una excepción y el PP se encuentra, sin duda, entre las que evolucionan, si bien tengo dudas acerca de si está entre las que, aquí y ahora, aciertan: el electorado se pronunciará. Pablo Casado tiene, como presidente legítimo que es del partido, todo el derecho del mundo a organizarlo como mejor considere. Es del todo razonable que seleccione a personas de su total y absoluta confianza para rodearle en su intento de alcanzar la presidencia del gobierno. Es lógico que imprima al partido su sello y emprenda una renovación del mismo, aún a costa de dejar por el camino a personas muy significadas en su historia.

Sin embargo, me desagrada una cierta visión colonial de las provincias, a las que no se ha tenido en cuenta ni oído al elegir algunos cabezas de lista, y me resulta chocante en su selección de candidatos -que entronca con el show business y parece imitar a Pedro Sánchez- y personal de confianza la inclusión de personas que pensaban del anterior presidente del gobierno, hace apenas unos meses, lo siguiente: "El ex presidente del Gobierno ha sido siempre una rara mezcla de inteligencia, egoísmo y cobardía. Y nunca ha creído en la política. Sólo la ha ejercido contra su voluntad y antes del 2008. Su despedida de ayer fue peor que patética: ofensiva para su partido y sus votantes, y aferrada a una mentira. Esto encantará al neofeminismo dominante, ahora también de iure: Rajoy ha llorado como una mujer lo que no ha defendido como un hombre. No deja una España mejor. Incluso antes que su y nuestro Bruto, es responsable de la entrada de España en una fase de crisis máxima." (Cayetana Alvarez de Toledo, candidata número 1 por Barcelona).

"Mariano Rajoy impuso hace años la erradicación de los ideales en el centro-derecha español, sustituidos por una mezcla de tecnocracia, vanidad y vídeos comprometedores. Sobre ello sustenta su poder. A su alrededor ya casi no queda nada". (Fernández Lasquetty, jefe de gabinete de Casado).

Después de leer esos inasumibles párrafos no puedo evitar plantearme si cuando deposite mi papeleta del PP el día 28 estaré votando algo radicalmente diferente de lo que voté en aquellas todas ocasiones en las que el líder del partido era Mariano Rajoy, al que cada vez más gente (yo soy uno de ellos) echa de menos. Espero que no. Confío que, cuanto antes, nos lo aclaren a los que algunas de esas candidaturas nos resultan no ya chocantes, sino abiertamente hostiles con lo que hemos pensado y defendido todos estos años. No respetar la historia de un partido y a quien lo defendió con honor y honradez es un grave pecado político: Mariano Rajoy fue, con sus errores, un gran presidente y, señora candidata por Barcelona, sí dejó una España mejor, gracias a lo cual usted obtendrá algunos votos.

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