Fuera de cobertura

Elena Medel

El puente(yo también)

SI escribo , ¿el lector apoyará mi criterio sólo por verlo impreso? Si en la radio pronuncio no, ¿los oyentes compartirán mi parecer sólo porque me han cedido unos segundos? ¿Hasta qué punto creemos -y defendemos- una información porque un medio asegura su veracidad? ¿Y cómo influyen esos datos, reales y objetivos o todo lo contrario, en nuestra opinión?

En las imágenes minúsculas del Puente Romano no distingo los bancos, las farolas, el granito rosa. Aun consciente de la restauración, no percibo grandes diferencias en su planta, y sí alguna mejora: de la decrepitud a la fortaleza. Mi testimonio se limita al mundo digital -periódicos, e-mails-, sospecho que como tantos otros, guiados por el me han dicho que. Sin embargo, lo que me escama es la politización excesiva, que defender el resultado te sitúe a la izquierda, y cargar contra él a la derecha. Me molesta que su inauguración, y las críticas, aprovechen la cercanía de las elecciones; que más que a una reflexión enriquecedora y tranquila sobre nuestro patrimonio y su conservación, la polémica obedezca a otro rifirrafe de la precampaña, hoy el puente, mañana un presupuesto, quién sabe qué pasado. Una actitud descabellada, rizando el rizo al atacar al Ayuntamiento pese a que la obra es responsabilidad autonómica, o al solicitar -los más agoreros- la retirada de la candidatura a la Capitalidad Cultural Europea -ese comodín para quejas y reivindicaciones-, no sea que en el continente, más que los equipamientos y la programación, valoren la esencia romana de un puente modificado desde hace milenios, y que de su origen no conservará más que los cimientos. Pero, sobre todo, me incomodan los ataques a Juan Cuenca: resultan válidas las críticas argumentadas a su trabajo, pero no los insultos y descalificaciones -como está sucediendo- que se zambullen en el territorio de lo personal.

No opino sobre aquello que desconozco; no he paseado por el puente tras su reinauguración, ni siquiera me he asomado a él. Quizá me encante, quizá me horrorice; quizá me guste o no, sin más. En mi próxima visita a Córdoba olvidaré reportajes, entrevistas, artículos y comprobaré por mí misma qué me parece. Les invito a hacer lo mismo: ignoren los párrafos anteriores. Valoren lo que ven, no lo que han leído o escuchado, y saquen sus conclusiones.

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