Tribuna
Raquel Montenegro
Lo que esconden los despachos
Tras perder el apoyo de Puigdemont, Pedro Sánchez mantendrá el statu quo porque a su izquierda no hay nada y, aunque sus problemas crezcan, Feijóo no logra frenar el empuje de Vox, a la vez que el presidente le mete el dedo en el ojo casi a diario. El problema del PSOE es que ha mutado en un sanchismo, que a este paso dejará al partido como un solar. El del PP, es que a Feijóo no le alcanza la manta para tanta derecha. Sánchez saca pecho frente a los que le acusaban de plegarse al independentismo, ahora que Junts le niega el pan y la sal. Supera cualquier trágala en su papel de víctima, porque no tiene una oposición inteligente que le retrate. Sólo le preocupa la apariencia, y se ve tan sobrado que incluso intentará ganar políticamente los juicios a su entorno aunque los pierda.
Sus adversarios le piden que convoque elecciones, pero seguirá con su propaganda y su literatura y siempre con la calculadora en la mano. Primero esperará a ver qué pasa con el fiscal general. ¿Y si no lo condenan? Entretanto, observará cómo se las ingenia el PP con el relevo de Mazón para remontar en Valencia, a merced de Vox. También medirá el posible desgaste que acusen los populares andaluces con la crisis de los cribados. Pero sobre todo esperará a los comicios de Extremadura. Un resultado que obligara a pactar al PP con Abascal le vendría de perlas. Lo único que no controla es el calendario judicial. Pronto serán juzgados Koldo y compañía y el juicio a su desmemoriado hermano (será cosa de familia) arranca en febrero.
Bajo una atmósfera crispada, el presidente sólo convocará elecciones si se le presenta una ventana de oportunidad. Las andaluzas están próximas y, si viera alguna ventaja, las haría coincidir con las Generales. Moreno admite que si Sánchez anticipa la cita electoral, también convocaría a la vez. Porque si PP y Vox pactaran tras las Generales, a él le sería difícil desmarcarse de la derecha más radical y apelar a su vía moderada sólo unos pocos meses después. A María Jesús Montero también le ayudaría la doble cita porque podría repartir la carga con Sánchez en el peor caso. Quien ya no tiene comodines es Puigdemont. Nunca pensó en romper con Sánchez porque no se vio en otra. Mantuvo el chantaje de cara a la galería, hasta que el carácter impasible y calmado de Salvador Illa aplastó su arrogancia. Ni ha regresado ni su partido gana. Gambito de Sánchez, que se cobra otra pieza. Junts ha perdido la partida igual que Podemos y Sumar, como todos los que le apoyaron cuando los necesitó.
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