Brindis al sol
Alberto González Troyano
La ciudad y su pintor
Es lo que ha hecho Trump: darnos una paliza. En votos electorales ha teñido de rojo republicano estadounidense casi todos los estados y en votos populares ha vencido de manera inapelable, a pesar de que era un terreno que estaba perdido para el GOP desde el primer Obama. Es lo que hay. Es la democracia, estúpido.
Me cuesta (en primera persona y como parte genuinamente europea, creo que suficientemente comprometida e informada) comprender cómo ha funcionado el electorado americano (utilizo ese adjetivo impropio para referirme solo a una parte concreta) esta vez al elegir al presidente. La mayoría nuestra no entiende bien que pueda triunfar un mensaje tan concentrado en ideas simples, en dicotomías tan maximalistas, protagonizado por un actor tan alejado de nuestros modos y con circunstancias personales (procesos y condenas incluidos) que aquí serían impedimentos objetivos. Radical en las formas, en los planteamientos y en la vida ha conseguido dos efectos al mismo tiempo: vencer, barriendo, a los demócratas y fagocitar a los republicanos. Ha ganado él. Y punto. Lo que cuesta es admitirlo.
He seguido igual que siempre la campaña estadounidense, pero, en esta ocasión, he escrito menos. Advertí muchas veces durante el primer mandato de Trump la cadena de disparates que veía, celebré el triunfo de Biden y pensé que la derrota electoral de Trump lo dejaba fuera de juego, sobre todo por la que se le venía judicialmente en lo alto; sospeché, no obstante, a mitad de mandato, vista la progresiva decadencia en que estaba cayendo, que lo mismo empujaba para 2024. Vi cómo lo hizo. No creía que Biden fuera el candidato. Me uní a quienes dijeron desde casi el principio que había que cambiar. Kamala era la opción más lógica. Creí en la resurrección de las opciones, pero me sentí pronto incómodo con el seguidismo en la agenda que la campaña de Trump consiguió colocar: economía (igual que Trump, pero con corazón y conciencia); inmigración (igual que Trump, pero con menos bilis); más economía (inflación y aranceles, nada distinto a lo de Biden, así que igual que Trump, pero ya veremos cómo y, en vez de ponerlos a un sesenta, pues igual algo menos y ya veremos cómo). A President for all, sin duda, pero al final, un casi lo mismo que Trump, pero sin Trump. Un vótame porque no soy Trump. Para votar una copia impostada, mejor el original. Y Trump barre. Happy, very happy (menos mal que eso incluye a las contentas, contentos y contentes) deben estar los felices (que también es neutro, todavía) ideólogos, fanáticos y practicantes, woke.
Lecciones: 1) respeto: cuanto menos gusta el resultado es cuando más se fortalece el espíritu democrático; 2) revisión: la siguiente oportunidad comienza ya: fabricar la idea, explicar cómo funciona, ajustar el perfil; y 3) manden al carajo de una vez y para siempre a todo el universo woke: no despiertan a nadie, desalientan. Pick and shovel, my friends. Pico y pala, capullos.
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