Carlos Colón

La palabra más importante

La ciudad y los días

Educación es la palabra más importante, de ella dependen la democracia, igualdad, racionalidad, tolerancia...

12 de agosto 2023 - 00:30

Vengo de lo de ayer porque los asesinatos de mujeres en este terrible verano, el peor desde que hay registros, es uno de los problemas más graves a los que nos enfrentamos, de los que exigen mayor inversión y mejor planificación en la seguridad de las mujeres amenazadas, requieren un mayor esfuerzo comunicativo para que las mujeres denuncien cualquier forma de maltrato y obligan a un mayor esfuerzo educativo. Esto último es lo más importante: solo educando en valores, entre ellos la igualdad, se podrá aplastar el huevo del machismo y arrancar de raíz la violencia asesina nacida de él.

Como cuanto se refiere a los derechos humanos esto no es cuestión de izquierdas o derechas. Está por encima de partidos e ideologías. Quien no lo comparte se sitúa fuera de una sociedad civilizada y se autoexcluye del normal juego democrático por defender posiciones políticamente anticonstitucionales, éticamente intolerables y humanamente repugnantes. Por eso casi nadie lo hace abiertamente. Y esto es un triunfo democrático, ético y humano. Sigue habiendo machistas y siguen produciéndose asesinatos –llevamos una semana trágica en un verano fatal–, pero al menos se ha logrado que quienes así piensan lo callen o lo disimulen. Por miedo, no por convicción; pero que los indeseables teman la reprobación social además de las leyes ya es un triunfo. Sucede con esto como con los racistas, los antisemitas o los clasistas: los hay, pero raramente lo manifiestan en público y alardean de ello como antes sucedía. Y menos aún hay partidos que lo reivindiquen en sus programas. Es un avance.

Urge que gracias a una convicción moldeada por la educación estos comportamientos sean por completo ajenos, extraños a sus valores y comportamientos, a los niños y los jóvenes. Naturalezas, caracteres o patologías aparte, porque la maldad existirá siempre, y situaciones de exclusión y marginalidad combatidas, porque, como Víctor Hugo sostenía, la miseria genera miserables y la injusticia favorece la maldad, no es una utopía que se pueda lograr la casi total –insisto: sin olvidar que la maldad existe y la miseria la alimenta– erradicación de estos comportamientos. Que –ojo– permanecerán larvados esperando una ocasión para manifestarse. Y eso es tarea de la educación, la palabra más importante que existe porque de ella dependen otras como democracia, convivencia, justicia, igualdad, respeto, racionalidad, tolerancia, amor…

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