En tránsito

Eduardo / Jordá

U na reflexión sobre Podemos

28 de mayo 2014 - 01:00

ME he tomado la molestia de leer el programa electoral de Podemos, la formación que acaba de dar la sorpresa en las elecciones europeas. A mí, desde luego, no me gusta el aire a lo Robespierre que tiene su líder, Pablo Iglesias, un tertuliano que se ha formado en la peor escuela de los debates televisivos. Tampoco me gusta su retórica marxistoide -en la versión del "nuevo socialismo" de Venezuela y Bolivia-, porque todo eso es pura demagogia (en Bolivia se llegó a votar a mano alzada en el Parlamento el proyecto de Constitución, para que todo el mundo supiera quién votaba sí y quién votaba no, una de las mayores vergüenzas de la historia de la democracia). Y hay muchos puntos en el programa de Podemos que son irrealizables, como implantar una renta básica universal o abrir las puertas a todos los inmigrantes (¿quién va a pagar todo eso?). También me parece un disparate la defensa del derecho de autodeterminación de "los pueblos de España", como si unas comunidades tan ricas como Cataluña o el País Vasco fueran Rodesia y Nyasalandia en los tiempos del Imperio Británico. Todo eso, insisto, es puro empacho ideológico de unos universitarios que han leído mucho y han vivido muy poco.

Ahora bien, hay otros puntos en el programa de Podemos que no son ninguna tontería. Para empezar, su campaña ha sido muy barata, cosa que debería avergonzar a los partidos tradicionales que gastan cantidades ingentes de dinero público que luego recortan en Sanidad o en Educación. Y es muy razonable la exigencia de una limitación de sueldos para los cargos políticos, o el propósito de eliminar los paraísos fiscales en la Unión Europea. Otras propuestas son igualmente razonables (e imprescindibles): la prohibición de los despidos en las empresas con beneficios, por ejemplo, o la supresión de las Sicav, gracias a las cuales las grandes fortunas pagan muchos menos impuestos que usted o yo. Y podría citar otras propuestas igual de sugerentes.

Podemos es una incógnita. Quizá resista como formación política, o quizá desaparezca pronto del mapa, igual que en su día desaparecieron cientos de formaciones que no han dejado rastro. Por ahora oscila entre la peor demagogia "izquierdosa" y la exigencia razonable de una refundación ética de un sistema político y económico que ha fracasado por completo. Mi intuición me dice que pesará más la demagogia y el populismo, pero mi corazón me pide que triunfe lo segundo. Ojalá fuera así, por el bien de todos.

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