Crónica Personal

No son de este mundo

Los grandes empresarios pisan poco la calle, como los políticos. No escuchan a los que más necesitan ser escuchados

Garamendi ha provocado un tsunami económico político con sus declaraciones en las que no rechaza los indultos si sirven para "normalizar las cosas". El encuentro del Círculo de Empresarios de Cataluña ha dado mucho de sí, más allá de la polémica por el escaso respeto de las autoridades catalanas al Rey Felipe. Ha demostrado también que algunos de las más importantes figuras empresariales y financieras españolas no son de este mundo.

Desde su posición de inconmensurable poderío, y sus abultadísimas cuentas corrientes, en Barcelona han dejado muy claro que viven en jaulas de oro, de oro y brillantes, que les facilitan situarse al margen de los problemas que hoy preocupan, angustian, a la mayoría de los españoles. Botin, Pallete e Isla, las cabezas más altas del Santander, Telefónica e Inditex, lanzaron alegatos similares de futuro esperanzador con un crecimiento que supera los pronósticos. Lo hicieron el día que el coste de la energía es el más alto conocido, el día que la presidenta de la Comisión Europea Ursula von del Leyen anunciaba que la primera tacada de los fondos europeos será de 9 mil millones de euros, 7 mil millones menos de lo que se había manejado, y con media España temblando porque todavía no es seguro que se prorroguen los ERTE más allá de septiembre. Lanzan sus alegatos cuando se cumple un año de la aprobación del ingreso mínimo vital, que solo ha llegado al 20 por ciento de quienes la solicitaron. El jabón de las grandes figuras de la economía a los gobiernos de turno siempre ha sido escandaloso, y el servilismo siempre ha sido más acusado cuanto más grave era la situación. En este caso, además de lanzar las campanas al vuelo con las bonanzas que nos acechan, se ha ido más lejos cuando muchos de los asistentes, entre ellos el presidente del Cercle, han dado su visto bueno a los indultos a los independentistas.

Pisan poco la calle, como los políticos. No escuchan a los que más necesitan ser escuchados. Que Sánchez y sus ministros dibujen la Arcadia cuando se refieran a España y a la importancia de su gestión, que siempre consideran exitosa, va en el sueldo; aunque la gente de la calle que no pisan políticos ni empresarios conocen muy bien el alcance de las mentiras. Pero que se sumen al carro de la España idílica los que mejor tendrían que conocer las penurias de las familias y trabajadore , da que pensar. Y no bien.

Por cierto: los grandes empresarios catalanes que buscaron regiones más seguras, siguen sin regresar a sus antiguas sedes. Por algo será.

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