EL problema más grave de la sociedad española es hoy más grave: el número de desempleados rozó los tres millones durante el mes de noviembre. Y tiende a agravarse. El vicepresidente del Gobierno admitió ayer que, a este respecto, el año 2009 será todavía peor que el actual, dado el contexto de crisis generalizada y el peculiar modelo de crecimiento de la economía española, que está viviendo el estallido de la burbuja inmobiliaria y la caída del consumo. El paro aumentó en noviembre en todos los sectores productivos y en todas las comunidades, y de poco vale el optimismo de la secretaria general de Empleo, Maravillas Rojo, quien se ha consolado porque la reducción de noviembre ha sido menos pronunciada que la de octubre. El paro ha alcanzado en el último año a casi 900.000 españoles, con la consiguiente disminución del número de afiliados a la Seguridad Social y el incremento del déficit del Estado derivado del aumento de las prestaciones a los parados, que ya han superado en más de mil millones de euros el total que se había presupuestado para todo el año 2008. Al problema económico que estas cantidades significan hay que añadir el drama humano que encierra cada empresa que liquida sus actividades y cada ciudadano que se ve privado de su fuente de ingresos, y que no ve delante de él un horizonte despejado a corto ni a medio plazo. El paro galopante está cambiando el paisaje de las ciudades, con el engrosamiento de las colas ante las oficinas de empleo y la aparición de nuevas formas de pobreza, que ya no afectan a un sector social marginal, sino a muchas familias que no llegan a final de mes, comercios que no consiguen vender sus productos, empresas que no logran los créditos bancarios necesarios para subsistir y clientes de entidades financieras que no pueden hacer frente a las mensualidades de las hipotecas con las que adquirieron sus viviendas. Después de muchas idas y venidas, el Gobierno ha aprobado un paquete de medidas orientadas a generar empleo en obras públicas municipales y reactivar sectores deprimidos, como el del automóvil. Queda por ver si estas iniciativas servirán para romper la tendencia o serán un simple parche ante la enfermedad.

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