Jesús Cabrera

El mes de Cupido

El fuste

11 de agosto 2012 - 01:00

SEGURO que hay estadísticas que ratificarán la percepción de que en verano crece considerablemente el número de relaciones amorosas que se inician. Esta intuición tiene unos datos objetivos, como que al ser el día más largo crece la testosterona; y subjetivos, como que hay más tiempo libre, más fiestas nocturnas, más ocio, más alcohol y más calor. Lo más curioso del estudio realizado por los investigadores de la norteamericana Universidad de Cornell es que la hormona del amor se segrega en más cantidad cuando el cuerpo recibe más cantidad de luz. Por eso, cuando llega la primavera y al ser los días más largos, es cuando se dice que esta estación "la sangre altera". Pero todo esto no funciona por sí solo, sino que necesita de otros factores, en los que influye algo tan personal como el carácter de cada uno o cuestiones biológicas, como es la segregación de la serotonina, que es la clave de toda esta historia, porque es la responsable de las sensaciones de relax, placer y euforia que todos sentimos. Pero, claro, todo este mecanismo funciona así en circunstancias normales. En estos días de ola de calor, en los que muchos pasan el día encerrados en casa con las persianas bajas y el aire acondicionado puesto, y que sólo salen a la calle cuando llega la noche y las temperaturas empiezan a bajar, ya me dirá usted cuándo reciben estas criaturitas la dosis necesaria de luz natural para que segreguen la testosterona necesaria. Así no hay quien se enamore.

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