Sin medias tintas

Por supuesto, trabajemos por la paz, pero no nos equivoquemos de lado en la batalla

Quinientos años antes de que naciera Jesucristo en Belén, un poeta y dramaturgo griego al que conocemos como Esquilo, escribió que, “en la guerra, la verdad es la primera víctima”. Así es, todas las razones que se esgrimen a favor del uso de la violencia conllevan la derrota de las mejores cualidades de la humanidad, y el triunfo de la barbarie. Las guerras implican asumir que no es posible buscar y encontrar soluciones pacíficas para los conflictos; lo cual es lo mismo que admitir que los homo sapiens capaces de llegar a Marte, crear lenguajes, inventar sonidos más hermosos que el silencio, pintar de colores el vacío y convertir al amor en el motor esencial de la existencia de la mayoría de ellos, son también incapaces de convertir en amigos a sus enemigos y de darse cuenta de que las divergencias sólo pueden mantenerse en paz a través de comprender y tolerar las razones de los otros. Toda guerra es siempre un fracaso de la razón, por muchas razones que se esgriman a favor de ellas.

Pero eso no significa que ante los conflictos bélicos la respuesta tenga que ser la equidistancia, la deserción o la ambigüedad. Es evidente que Hamas es una organización terrorista, que asesina y secuestra a civiles que no piensan como ellos, que pretende crear un estado islámico radical cuyo fundamento de autoridad resida en la muy antidemocrática ley islámica o sharía, y que cuando miembros de su organización armados hasta los dientes entraron en territorio israelí causando la muerte a ciudadanos indefensos, sabían de las consecuencias dramáticas para toda Palestina de tan infame actuación. Y pese a ello, lo hicieron, porque los muertos que a continuación está habiendo en el lado que presuntamente dicen defender serán la mejor campaña publicitaria contra Israel que pudieran tener. El cómodo y bien pensante Occidente ha vuelto a caer en la simplificación de que en todo conflicto ambas partes tienen poderosas razones a favor de sus tesis; y es verdad, pero mientras a los dirigentes de Israel los eligen en las urnas, a las mujeres palestinas se las prohíben todos los derechos, y a los disidentes se les asesina. Por supuesto, trabajemos por la paz, pero no nos equivoquemos de lado en la batalla. El mundo se ha dividido en dos orillas. En una se encuentran las democracias anglosajonas, Europa, Ucrania, Japón e Israel; en la otra Putin, Irán, Hamas, Maduro, Ortega, Cuba, Corea del Norte o Hezbola, con China como interesado y silente espectador. Y ante eso no caben las medias tintas. Entre la democracia y la tiranía, siempre a favor de la primera como paso esencial para mejorarla.

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