La Media

01 de diciembre 2025 - 03:07

La ciudad se transforma el día de la Media Maratón en una coreografía inesperada. Puentes, avenidas, plazas: todo se vuelve movimiento, respiración, latido común. No hay mucho folklore, hay piernas. Y tampoco hay épica impostada; se la fabrica cada cual desde el primer kilómetro, cuando todavía queda mucho y ya se intuye el precio. Incluso con frío. Incluso con agua.

Hay ganadores. Gente admirable que cruza la meta antes que nadie con una dignidad aerodinámica que el resto sólo podemos imitar en sueños. A ellos, por supuesto, hay que felicitarlos: hacen de la resistencia con cadencia y velocidad una forma de educación física. Y los felicito, pero, ya que no corro, solo miro, me interesan mucho los otros, para mí, los vencedores.

Los vencedores son esa multitud que no aspira a récords, sino a respetarse; que no compite contra nadie, sino contra una versión antigua de sí mismos. Gente que entrena sin vértigo y corre sin público porque sabe que su mayor conquista no está en el podio, sino en llegar. Y llegar, en estos tiempos tramposos de ahora, ya es una forma cívica de resistencia. Todos están por encima de la media que importa: la de la voluntad, el esfuerzo y el ejemplo.

Está también Tony Manero, que ya ha pasado antes por aquí. Le felicito aparte, no porque gane, sino porque representa el tipo de corredor que convierte la Media en algo más que una prueba: en un espejo. Corre como vive: con la mezcla exacta de disciplina y alegría, de cabeza fría y corazón caliente. Es el tipo de competidor que, sin proponérselo, mejora el paisaje humano. Cada familia debería tener uno. Y nosotros tenemos suerte.

La Media Maratón, vista así, no es solo un acto deportivo, sino una metáfora moral. Una forma de recordarnos que las cosas funcionan cuando dejan de explicarse y empiezan a moverse. Y que, a veces, para superar la media basta con no quedarse quieto.

Enhorabuena a los ganadores, pero, sobre todo, a los vencedores porque cada año nos demuestran que no se necesita demasiado ruido ni demasiado protagonismo para hacerse grandes: basta con correr, dirección, firmeza, intención y sentido.

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