Así titularon Los Rodríguez su último disco. Las rayuelas hacen las maletas con la vuelta abierta. "Dicen los toreros buena suerte, compañeros y no es tan fácil como decir simplemente adiós". Cuentan que había gente que leía esta columna a la que un domingo de septiembre titulé La Rayuela. Cinco años, se dice pronto. Este juego, al que han jugado niñas y niños de todo el mundo, se desarrolló en la Europa renacentista y está basado en La divina comedia de Dante. El personaje, cuando sale del purgatorio y quiere alcanzar el paraíso, tiene que atravesar nueve mundos hasta lograrlo. El jugador actúa a modo de ficha. Debe saltar de casilla en casilla, a la pata coja… No es muy diferente a la vida. Con su permiso, yo voy a saltar otra a ver qué pasa.

Actualidad, Joaquinito, libros, melodías, éxitos, pérdidas… hasta de política he llegado a escribir. Estos años he escrito lo que cada mañana de sábado pasaba por mi cabeza. Con absoluta libertad, he de decir. Soy consciente de que hubo domingos para que me aguantase mi madre, y otros para que lo hiciera mi hermano. Un honor. Un honor compartir con los amigos del Grupo Joly. Gente estupenda, créame. Gracias a Tuto, porque cuando el teléfono dejó de sonar me animó a comenzar con aquel canto del gallo. Gracias a Juan por su paciencia y amistad. Un honor compartir domingos con su visión y con la de Rafa Díaz-Vieito, un gran tipo del que presupuse opiniones diferentes y en ciertos temas, como diría él, "o no" tanto, abrazos. Con mi hermano Salvador Gutiérrez y con el estupendo elenco de firmas que colaboran con esta casa.

Debo decirles que durante estos cinco años aprendí casi todo como en el tango Las cuarenta. Siempre se aprende más a las duras que a las maduras. Encuentros improbables, hermanos para siempre y amigos ausentes. Me embarco en una aventura apasionante. Lo vuelvo a hacer con amigos y, por lo que empiezo a conocer, con un equipo fantástico. Gracias Rafi y Alfonso por invitarme a este viaje. Así las cosas, considero prudente dejar de darles la tabarra. Los proyectos emprendidos quedan en buenas manos, más amigos, los mejores. Venga, la última de Joaquinito. Cuando la otra noche compartíamos sofá, yo repasando una tabla y él dibujando un ser cuyo nombre no soy capaz de transcribir, le dije "papá va a cambiar de trabajo". Levantó la cabeza y me miró muy serio: "¿Y tus amigos?". Seguirán siendo mis amigos, respondí. Como si nada, volvió al papel y me indultó: "Ah, vale". Lo dicho, familia, buena suerte y hasta luego.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios