Una historia natural

De pronto unos nos sentimos superiores, nos creímos más fuertes y nos apoderamos de las ventajas de otros

Por lo que se sabe, salimos de África (de donde eran nuestros antepasados, incluidos los que andaban a cuatro patas), hace unos 50.000 años, hacia lo que hoy se llama, en sentido muy genérico, Europa, o Eurasia, donde habitaban otros humanos con condiciones vitales parecidas a las nuestras. Por motivos que ahora no son del caso, nosotros, los recién llegados, acabamos casi aniquilando a esos hermanos que ya ocupaban estos territorios y que, hace unos 30.000 años, acabaron desapareciendo. Y así nos hicimos nosotros dueños de todo. Luego, al tiempo en que tratábamos de conquistar todos los rincones terrestres y marítimos y ya sin enemigos exteriores, empezamos a distinguirnos y separarnos entre nosotros, a formar grupos de muy diversa índole y hasta acabamos peleándonos entre nosotros. Nos repartimos tierras y mares; aunque mirándonos de reojo, nos fuimos creyendo amos absolutos de lo que, casi siempre por azar, nos habíamos adjudicado; y empezamos a crear y formular doctrinas y teorías para justificar nuestros comportamientos, en especial, nuestros repartos de tierras y de poder.

El caso es que el resultado de estos repartos, a pesar de querer que fuesen definitivos, siempre acabaron frágiles y cambiantes. De pronto unos nos sentimos superiores, nos creímos más fuertes y nos apoderamos de las ventajas de otros y hasta, si nos fue posible, los aniquilamos. Eso sí, siempre cargados de razones de todo tipo, razones que ya empezamos a distinguir como técnicas, morales, religiosas… etc. Y así ha venido transcurriendo nuestra vida. Que si ahora para allá, ahora para acá; que si en estos momentos dominadores y en estos otros dominados… pero todo prácticamente provisional o en el aire, porque hasta ayer (y en algunas zonas, incluso hoy) no hemos parado de chincharnos todo lo que hemos podido. Eso sí, como ya se dicho, cargados de altísimas motivaciones, avalados supuestamente por mandatos de imaginados dioses de toda clase y condición, y con la conciencia muy tranquila de que estamos haciendo lo bueno, lo que hay que hacer.

En estas estamos y nada ha cambiado. Ahora, para mayor justificación, utilizamos términos despectivos para todos aquellos que masivamente tratan de hacer lo que los demás hemos hecho y somos tan toscos que no acertamos a entender que esta capacidad de movilidad es tan universal y tan de siempre que detenerla es imposible, absolutamente imposible.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios