La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Porque tengo hijos y nietos

Porque tengo hijos y nietos deseo al Rey y a la princesa, cuando llegue el momento, largos y felices reinados

El poder hereditario representa hoy a la nación con más dignidad que los poderes electos. Porque en toda nuestra ya larga historia democrática –coincidió la jura de la princesa Leonor con la aprobación de la Constitución por las Cortes Generales hace 45 años, el 31 de octubre de 1978– no hemos tenido una clase política tan mediocre y un gobierno tan corto de miras y largo de trapicheos.

Tuvo lugar el acto de ayer al día siguiente de las imágenes de la vergüenza –distribuidas por Moncloa sin sonido: quienes presumen de luchar contra una España en blanco y negro han retrocedido al cine mudo– en las que se vio Puigdemont humillar al PSOE, al Gobierno y a España reuniéndose con Santos Cerdán bajo la gran fotografía de una urna del 1 de octubre. Ya no era el prófugo del que el 4 de noviembre de 2019 dijo Sánchez “me comprometo hoy y aquí a traerlo de vuelta a España y que rinda cuentas ante la Justicia española” porque, añadió dos días después, “Puigdemont es un prófugo de la justicia” y “nadie está por encima de la ley”. Eran las primeras de una larga serie de mentiras que avergonzaría a quien tuviera vergüenza.

Cuando en 2021 llegaron los indultos, dijo que “para nosotros ni el referéndum ni la amnistía son posibles”. Cuando en noviembre de 2022 anunció la reforma del Código Penal para eliminar el delito de sedición dijo que la amnistía “no va a ser aceptada”. Cuando en julio de 2023 le preguntaron si a cambio de su apoyo daría a los nacionalistas un referéndum o una amnistía contestó: “No… Ya llevo cinco años gobernando… El independentismo pedía la amnistía y no la ha tenido”.

Solo cuatro meses después de estas últimas palabras anunció ante un dócil comité federal alfombrilla que “por el bien de España y la convivencia” hará lo que tantas veces había dicho que no haría porque “no cabe en la Constitución”.

Por mí, que “como los ríos, que en veloz corrida / se llevan a la mar, tal soy llevado / al último suspiro de mi vida”, que trapichee cuanto quiera. Pero porque tengo hijos y nietos deseo al Rey y a la Princesa de Asturias, cuando llegue el momento, unos largos y felices reinados como símbolos de la unidad del Estado y garantes de la Constitución que “se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles” y su padre, el 30 de enero de 1986, y doña Leonor, ayer, juraron guardar y hacer guardar.

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