El grupo humano al que menos soporto, por encima incluso de los modernos oficiales, los obispos de Córdoba y los poetas de la experiencia, es el que quienes le echan al vino blanco un cubito de hielo. El hielo en el vino es una agresión contra natura de retórica favorable que infecta la escena y afecta al sabor, como las luces en Medina Azahara. Hace poco un trabajador de Medina Azahara atisbó, recortada en el contraluz del mediodía, una forma de vaga filiación abderramana. Pensó que era un ataurique, pero era Rosa Aguilar. Lo de las luces es otra pirotecnia para camuflar el flagrante desinterés institucional por el yacimiento. Allí estaban todos los que tenían que estar en su "sí, se puede" de viernes noche con canapés y Vicente Amigo, y volverán con etiqueta prestigiosa, frases hinchadas y las manos unidas en el centro. Después de que la Unesco diga sí Medina Azahara seguirá languideciendo, sin excavaciones, sin avances, sin turistas, con malos rollos y directores que se van, pero para disimular al principio no es descartable que organicen un concierto de Los Aslándticos en la Casa de Yafar o que coloquen frente al Salón Rico una escultura de Belmonte. No es descartable que organicen un seminario de algo o unas jornadas culturales para adjudicárselas a los sableros de cámara del pesebre socialista, no vaya a ser que con el trinque habitual no les dé para vivir otro año sin trabajar.

Ando un poco desanimado y quiero que la mañana me ofrezca una certeza, un hallazgo, una anáfora, pero eso es más difícil que encontrar un poeta en Cosmopoética. Sí, no se rían. Cosmopoética es un festival de cantantes y narradores, adobado con un menudeo poético que ampara las estéticas de la ocurrencia y el sencillismo, esas guaridas sempiternas de los medianos. Vas buscando metáforas pero como te descuides te sueltan un pinchadiscos. Me falta una mesa sobre místicos de la frontera con el obispo y Rosa Aguilar y acompañamiento musical de Felipe Conde. Propongo también para el próximo año una ruta poética por parcelas ilegales. Si no hay agua, que los poetas lleven Aquarius. Qué vida tan confusa. Lo que queda de España en Cataluña se parece a lo que queda de poesía en Cosmopoética, de guitarra en el Festival de la Guitarra, de flamenco en La Noche Blanca del Flamenco y de vino en el fino El Gallo. Ay, la cultura en Córdoba. Menos mal que viene Íker Jiménez.

Por favor, señoras (porque suelen ser señoras las que lo hacen), tómense el vino blanco fresquito pero sin hielo. Es mejor, más bonito y más ético. Aunque si pasas la mañana en Medina Azahara y la tarde en Cosmopoética y en medio te cruzas con el obispo puedes terminar el día bebiendo cosas inimaginables.

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