La esquina
José Aguilar
Salazar no es un dictador luso
Moreno intenta salir del aturdimiento por los errores en el cáncer de mama. Aunque sigue tocado: en el pleno de esta semana ha aludido al problema como “el cáncer de los cribados”. Le traicionó el subconsciente. Tras mes y medio a la defensiva, reestructurando el servicio público de salud y reenfocando su propaganda personal, ha pasado al contrataque en el congreso regional de su partido, el Parlamento andaluz y la promoción de su libro. El congreso ha sido el apogeo del culto a la personalidad: colas kilométricas para la compra y firma del Manual de convivencia del amado jefe. El eslogan más repetido fue “la estabilidad”. Pero para eso, no son necesarias las mayorías absolutas. Las coaliciones alemanas lo prueban. Ni son suficientes. La larga etapa socialista demuestra que mayorías absolutas y prolongadas generan hegemonías perniciosas. Por ejemplo, el sectarismo de Canal Sur, convertido antes y ahora, en órgano oficial de propaganda gubernamental y desprestigio de los adversarios.
Otro déficit democrático es cómo el protagonismo presidencial relega el papel del Parlamento. Esta semana, en la sesión de control, Moreno ha reñido a Ignacio García (AA) porque se abstuvo en la propuesta popular de adelantar el próximo pleno, para evitar que coincidiera con el acto en San Telmo del 4 de diciembre por el Día de la Bandera. Moreno califica de “gran acto institucional” un evento de promoción de su persona, donde acapara todo el protagonismo, hurtando su función al Parlamento como representante del pueblo andaluz y primer integrante de la Junta, como lo define el Estatuto.
El libro presenta al autor como moderado, dialogante y andalucista. Moderación con el mazo dando. En el pleno del jueves, Juanma usó una y otra vez el comodín del sanchismo, y su portavoz llamó matones a los socialistas y cuñados a los de Vox. Y de ser cierto su andalucismo, debe haber sufrido mucho el Moreno presidente nacional de Nuevas Generaciones cuando Aznar le escamoteó a Andalucía 4.000 millones de fondos estructurales en la Agenda 2000. O cuando era diputado por Cantabria y Aznar dedicó en 2001 la mitad del Fondo europeo de Cohesión a Cataluña y a Andalucía el 6%. O cuando era presidente del PP andaluz y diputado autonómico y se tragó en silencio en 2016 que Rajoy apostara por Barcelona y no por Málaga como candidata a sede de la Agencia Europea de Medicamentos. Después de tantos padecimientos, por fin puede decir que Andalucía está por encima de todo.
Mucha hegemonía y poca autoridad.
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