Las actas de denuncias por comportamientos incívicos no dejan de tramitarse por parte de la Policía Local y Policía Nacional desde que se acabara el estado de alarma y, muy especialmente, desde que se decretara como obligatorio el uso de mascarilla, las limitaciones de aforo en los establecimientos y la prohibición de los botellones (algo que, por otra parte, ya estaba prohibido). Hay gente -bastante por desgracia- que parece no enterarse de la situación crítica que vivimos a causa de la pandemia del covid-19, tanto a nivel sanitario como económico. Negacionistas aparte, hay quien piensa que el virus no le va a tocar, que es cosa solo de mayores, y que si se contagia va a ser asintomático.
Así, especialmente cada fin de semana, los agentes de la Policía se están encontrando con situaciones como aglomeraciones de jóvenes, peatones que no llevan mascarilla -algo que a estas alturas de la pandemia debería estar castigado muy duramente- y con locales de restauración -por suerte, son unos pocos irresponsables- que se saltan las normas a la torera y meten dentro a quien haga falta, incluso a persiana bajada. Esto último se ha vivido el pasado fin de semana en Córdoba capital, cuando una pareja de policías locales acudió a un bar aparentemente cerrado, pero en cuyo interior había montada una fiesta de clientes y camareras sin mascarillas y fumando. La broma se saldó con 20 denuncias que, esperemos, no caigan en saco roto. Esa misma noche se pusieron nada más y nada menos que 66 sanciones por hacer botellón.
Las autoridades sanitarias explican a diario la peligrosidad del covid-19, los médicos están alertando del colapso al que puede llegar la sanidad pública si no para de aumentar la curva de los contagios y los medios de comunicación contamos cada día las consecuencias de esta enfermedad, las muertes que está causando y damos las pautas para prevenirla. Todo lo que mostramos en nuestros periódicos, en nuestras web, a través de las ondas o de la pantalla de la televisión está pasando, es real. No queremos ser cansinos ni alertar, no nos paga nadie por ello y ojalá no tuviéramos que contar ciertas cosas, pero tal y como está la situación, lo más honesto es explicarla desde la verdad. Si después de ver los dramas que están viviendo y han vivido miles de familias españolas muchos ciudadanos siguen tomándose la pandemia a cachondeo, deberíamos reflexionar qué estamos haciendo mal en el ámbito educativo y familiar.
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