La grave, la urgente verdad

¿Puede una declaración unilateral de independencia presentársenos como democrática?

En el futuro, los historiadores acaso se pregunten por qué se escogió al señor Zoido para ministro del Interior, cuando sus facultades quizá no fueran las oportunas. También se preguntarán, probablemente, por su declaración, entre culposa y árida, ante el Tribunal Supremo; declaración que dejó en el ánimo de los espectadores la sensación de que todo, absolutamente todo, había sido en vano, y que eran los gerifaltes del procés quienes acusaban legítimamente al Estado. No ha sido así con la intervención del secretario de Interior, don José Antonio Nieto; y tampoco con la del delegado del Gobierno en Cataluña, don Enric Millo. De improviso, y cuando nuestras esperanzas desfallecían, la verdad -la grave, la urgente verdad-, se ha hecho presente en el tribunal, enumerando las violencias y desacatos con que el catalanismo urdió un golpe de Estado contra la democracia española.

Por motivos que no se nos alcanzan, el Gobierno español nunca ha hecho el menor esfuerzo por desmentir a los procesados, y se limitó a aceptar resignadamente las acusaciones de autoritarismo que tanto emocionan a Guardiola, y que han reclutado a inteligencias tan pintorescas y dispares como Chomsky y Pilar Rahola. ¿Por qué el Gobierno español no ha querido jugar el naipe de la verdad, de la sencilla verdad, de la evidente verdad, cuando está en riesgo el futuro de España y, en consecuencia, el futuro mismo de Europa? No sabemos dar respuesta a este formidable enigma. Sí podemos decir, no obstante, que la misma razón que ha llevado al Gobierno a guardar silencio y declinar su defensa, es la que ha movido al señor Zoido a presentarse ante el tribunal como una suerte de reo dubitativo que ignoraba la naturaleza y el pormenor de las acciones bajo su mando. Probablemente, es este olvido, esta actitud del ex ministro, la que ha obligado a sus subordinados, el señor Nieto y el señor Millo, a vindicarse como garantes del orden constitucional, frente a la horda catalanista que acució, persiguió y agredió a las fuerzas de orden público, con la bochornosa aquiescencia de los Mossos d'Esquadra.

Se da así la circunstancia de que la verdad emerge fatigosamente, lirio entre cardos, amparada en los mármoles del Tribunal Supremo. Faltan más testimonios que acabarán de refinar esta verdad violenta, santificada por la propaganda. Pero falta, en primer término, recordar lo obvio: ¿puede una declaración unilateral de independencia -repárese en el término "unilateral"- presentársenos como democrática?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios