Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
La selección vasca de fútbol disputará un partido amistoso contra la de Palestina el próximo 15 de noviembre para visibilizar “el genocidio” que está cometiendo Israel en Gaza. Nada que objetar al loable deseo por lograr que la tragedia humanitaria que acumula ya más de 60.000 muertes finalice de inmediato. Todos, de derechas o de izquierdas, lo compartimos. Pero algunos, entre los que me incluyo, también queremos que se pida la liberación de los rehenes judíos en poder de Hamas, y se exija el abandono de las armas por parte de este grupo terrorista. No se trata de contabilizar el número de víctimas, y de simpatizar con el bando más débil o con aquel que más coincida con nuestras creencias, sino de manifestarse a favor de una solución pacífica al conflicto, rechazando tanto la inaceptable ofensiva bélica israelí, como las acciones terroristas de Hamas.
Enredarse en si utilizar o no el término “genocidio”, forma parte de la batalla por apropiarse del relato, y esconde la intención de diluir la dimensión del holocausto y deslegitimar la propia existencia del estado de Israel. Es un debate absurdo, porque ni describir lo que ocurre en Gaza como “genocidio” convierte a quien lo hace en partidario de Hamas; ni no hacerlo significa que se está apoyando la masacre. Es sencillamente inaceptable y hay que pararlo ya. La solución de los dos Estados parece como la más lógica, pero exige que ambos acepten la existencia del otro. Palestina sí, pero también Israel. La verdad no está sólo en uno de los lados.
La sociedad vasca tiene en este partido una estupenda oportunidad para manifestarse a favor de La Paz y en contra de quienes utilizan las armas para imponer sus tesis frente a quienes no opinan como ellos. La difunta ETA incluida. Pero me temo que el partido se convertirá en un clamor contra Israel que será capitalizado por el sector más radical del nacionalismo vasco, feliz de esta oportunidad nacida seguramente de la buena voluntad, que ellos convertirán en un refrendo popular a favor de sus tesis. Igualmente habrá quien interprete el partido como ejemplo de que ETA sigue viva en la sociedad vasca actual. Luego las tertulias convertirán un partido sin interés, en algo al nivel de la Final de la Champions. Más leña al fuego para apagar el incendio. Y a la Paz, agua hasta que se ahogue y la demos por imposible.
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