El mundo de ayer
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Editorializaba ayer Le Monde: “Tras la disolución de la Asamblea Nacional, tres semanas para evitar lo peor. Entre el 30 de junio y el 7 de julio se decidirá deprisa y corriendo nada menos que el futuro de nuestra democracia”. Coincide con el conservador Le Figaro, que considera la disolución de la Asamblea Nacional “una decisión inaudita que supone para el país un salto a lo desconocido cuyas consecuencias son incalculables”.
Le reprocha Le Monde a Macron su fracaso al “intentar reducir el voto a la extrema derecha sin haber desarrollado una política capaz de extirpar sus raíces, mucho más profundas que el rechazo de la inmigración”. Y recomienda a la izquierda, dirigiéndose a la lista Parti Socialiste-Place Publique encabezada por Raphaël Glucksmann, que “para hacer retroceder perdurablemente a la extrema derecha” afronte con propuestas progresistas algunas de esas raíces: “la búsqueda de una transición climática equitativa, el desmantelamiento de los guetos urbanos, la defensa de los servicios públicos y la lucha contra los excesos de la sociedad de consumo”. Para abordar estas cuestiones, advierte, la unión de la izquierda es tan indispensable como imposible la hacen las posturas sectarias de Melenchon y sus insumisos. El propio Glucksmann, a la vista de los resultados, anunció la noche del domingo la apertura de “un nuevo espacio político” fundado sobre “el rechazo a los excesos” para frenar a la extrema derecha y alejarse de los radicales de Melenchon que, mientras tanto, ha propuesto la creación de un frente popular.
Mientras esto pasa en Francia, la ultraderecha alcanza el segundo puesto en Alemania y vence en Austria y Países Bajos, España sigue siendo, pese a todo, bipartidista: tras el 34,2 % del PP y el 30,2 % del PSOE la extrema derecha, aunque crezca, baja hasta el 9,6 % de Vox y el 4,6 de SALF, mientras la extrema izquierda de Sumar y Podemos solo logra un 4,7 % y un 3,3 % (aparte dejo los nacionalistas indepes de Ahora República que logran un 4,9 %). Si se compara con el 31,50 % obtenido en Francia por Marine Le Pen no están tan mal las cosas entre nosotros. ¿Lo entenderán el PP y el PSOE o seguirán dándole aire, mientras a la vez intentan devorarlos, a los partidos radicales? ¿Harán aquí lo mismo que en Bruselas, uniéndose populares, socialdemócratas y liberales para frenar a los radicales? No. Con seguridad no lo harán.
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