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La proliferación de fuentes de energía renovables del último siglo ha logrado que nuestro abanico de suministros se amplíe considerablemente. Hoy son muchos los ciudadanos, empresas e instituciones que cuentan incluso con sistemas de autoconsumo para reducir su dependencia de las compañías eléctricas. Por ello parece contradictorio que, ante la exigencia de todo un gobierno de bajar el consumo, nadie haya levantado la voz sobre el porqué no se incrementa nuestra capacidad de generación propia. Y puede que en este punto esté el talón de Aquiles de todo el decreto ley de ahorro de la energía.
Desde hace años se han ido implantando parques solares o eólicos, fuentes de biomasa y centrales hidráulicas, mareomotrices o por gravedad. Al tener España un perímetro de costas tan amplio y una gran diversidad climática y orográfica, el número de alternativas es realmente impresionante. Todo esto lo conocen bien los técnicos y la propia administración. Sin embargo, no se ha tenido la precaución de seguir incrementando el número de puntos de evacuación de la energía sobre las líneas de Red Eléctrica Española. En ello insisten las instituciones europeas como solución a la cantidad de ubicaciones a las que no se le permite ofertar la energía limpia que producen. Esta política de limitar el acceso, bajo la justificación de que las líneas eléctricas principales están saturadas, no son serias a estas alturas. Si se necesitan incrementar estas líneas, vaya haciéndose conforme crecen las fuentes sostenibles existentes. Porque al final este constreñimiento provoca un falso incremento de precios ante la escasez de fuentes accesibles y enriquece sobremanera a los que llevan mucho tiempo impidiendo la liberalización de los mercados.
Es evidente que las puertas giratorias, de las que tanto se ha hablado y se hablará, tienen mucho que ver en todo este asunto. Ver como consejeros de las petroleras, eléctricas y gasísticas, o de la propia Red Eléctrica, a nuestros exgobernantes es, cuanto menos, decepcionante. Porque sus conocimientos no facilitan una planificación adecuada del consumo energético de un país como España, con las enormes posibilidades que tiene y que no merece seguir ocultando. Y no puede seguir ocurriendo con los políticos actuales y futuros, porque como diría Henry Kissinger: "La tarea de un líder es llevar a su gente de donde está, hasta donde no haya llegado jamás".
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