La pica en flandes

Francisco J. Domínguez

Del drama al espectáculo

Que dos niños desaparezcan y que no sepamos nada de ellos es un drama. La deriva que ha tomado el acontecimiento en algunos medios de comunicación, los de siempre, es un espectáculo para llamar audiencias y rentabilizar el dolor. Es el lado más ruin de la telebasura. Desde un primer momento, dos canales de televisión, algún medio escrito y determinados periodistas han encontrado un filón en la desaparición de Ruth y de José y han conseguido romper barreras infranqueables en busca del morbo y el titular fácil y atrayente para un público conmovido que, en la mayoría de los casos, no entra en las profundidades de un tema en el que a menudo se saltan las presunciones. Al padre le han llamado asesino, así, por la cara, e incluso se ha dudado de una madre que todavía no ha dicho esta boca es mía. A los capítulos lamentables que estamos viendo en estos matinales de vergüenza y de colaboradores en la distancia que elucubran con teorías superpuestas sin fundamento, se suma la actitud del abogado de José Bretón, José María Sánchez de Puerta, que niega el pan y la sal a los medios escritos, sobre todo a los locales, mientras se despacha a gusto con periodistas llegados en el AVE en busca de palabras altisonantes, de cartas redactadas a mano, de rumores y pistas que luego se sueltan como evangelios en el programa del día siguiente. La gresca de los espacios mañaneros es tal que hasta se traen unidades móviles para seguir al citado abogado y se envía a Córdoba a esos colaboradores que luego hablan de fuentes que nunca se sabe de dónde salen. Aquí el titular que todos estamos deseando dar es que los niños están vivos, que han aparecido. Incluso queremos escribir que José Bretón, el padre, sale en libertad porque su historia, por increíble que parezca, es cierta.

Digo todo esto porque el circo mediático televisivo se recrudece a falta de informaciones viables y toma carácter de basura. A falta de noticias más objetivas, se ha disparado la interpretación de la intimidad de una familia y ya han salido en la pantalla primos lejanos, amigos, vecinos y hasta trabajadores de talleres que dicen ver a la virgen si el periodista del programa de turno les envuelve con sus habituales artimañas inducidas para buscar un titular. Ya saben aquello de no dejar que la realidad te estropee una pieza periodística. Todo esto no es noticia, la noticia es la investigación, los datos concretos, las pistas. Lo demás es bazofia alimentada por intereses diversos entre los que hay actores muy destacados. Me gustaría saber en qué medida está colaborando a todo esto el abogado de José Bretón y qué es lo que busca. Desde luego no quiero valorar con esto su estrategia, pero la cautela en determinados territorios informativos debería ser una constante y no una excepción.

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