Está claro que la situación que vivimos no es la que habíamos soñado cuando todo el mundo nos comíamos las uvas a finales del 2019 y en la entrada del 2020. Gritábamos con champán o cava en mano la palabra SALUD. Pues bien, aquí estamos sufriendo uno de los azotes sanitarios más grandes que ninguno de nosotros volveremos a vivir. Las redes sociales se llenan de mensajes pesimistas sobre los datos que nos proporcionan los medios de comunicación y no digo que los medios mientan, pero sí tengo que decir que la verdad, lo que es la verdad, tampoco no la están diciendo (no digo todos). El motivo de que no la digan es que detrás de todo, está la mano del dinero, las subvenciones que se dejan de percibir si no "bailas" al son que todos los gobiernos te van marcando.
La vida te sacude sin esperar cuándo y dónde, sin saber si te tocará a ti mismo, a un familiar o algún vecino querido, pero lo que tenemos que tener claro es que la vida se pasa volando y nosotros estamos, en la mayoría de los casos, perdiendo el tiempo con situaciones que no te van a llevar a ningún lado. Este coronavirus, lo que sí nos va a enseñar, es que las cosas materiales de la vida se van a echar a un lado, que no va a ser necesario que te vean con el Mercedes Benz último modelo, ni de la mano de la mujer o el hombre más guapo de Instagram.
Tu vida está quedando resumida a un pijama, unas zapatillas de estar en casa, un aplauso a las ocho de la tarde, cantar Resistiré del Dúo Dinámico, una familia con la que intentas sonreír y un animal al que intentas acariciar. El resto de cosas, ni las usas ni tienen ningún valor ahora mismo.
Sin ánimo de hablar de un partido político u otro, hay que tener claro que la situación no es fácil de gestionar y, por supuesto, tampoco podemos "machacar" en estos difíciles momentos a todos los políticos. Haciendo metáfora con un bloque de vecinos (sería España), si cae una lluvia torrencial en la azotea del bloque y se inundan todos los pisos del edificio, no podemos dirigirnos al presidente de la comunidad para decirle que todo es culpa suya y que debería haberlo previsto. Las cosas se podían hacer mejor, no hay duda, pero como decía mi abuela, "no nos acordamos de Santa Bárbara hasta que no truena".
Y eso nos está pasando ahora mismo. Los recortes sanitarios, las diferencias políticas por la lucha de poder, así como la falta de ganas de mirar por el país, anteponiendo los intereses personales y los sueldos vitalicios, nos hacen que estemos todos donde estamos. Como decía Aristóteles, "tocar fondo es la mejor manera para empujarte y subir con más fuerza".
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