De reojo

Ángela Alba

aalba@eldiadecordoba.com

La culpa no es de los médicos

Si queremos una sanidad pública de calidad tendremos que exigir a la Administración y no callar

Hace tiempo que la Atención Primaria andaluza vive una situación delicada. Las bajas y jubilaciones de los médicos de familia no se cubren, lo que hace que los cupos en algunos casos sean desorbitados, superando incluso las 1.400 tarjetas sanitarias. La falta de profesionales en esta especialidad, tratada como el patito feo del sistema sanitario, es flagrante desde hace años. La Administración ha descuidado la Primaria y a sus facultativos, de forma que es difícil encontrar un relevo generacional debido a la precariedad de los contratos y la situación de sobrecarga laboral que soportan. Los jóvenes prefieren -mejor dicho, se ven obligados- a emigrar a otras comunidades o países en los que las condiciones de trabajo son mejores. Es decir, están mejor valorados que en Andalucía.

La complicada situación que ya arrastraba la Medicina familiar ha empeorado aún más con la pandemia del covid-19. Como dicen los profesionales, "llueve sobre mojado". El protocolo que se ha puesto en marcha por parte de la Consejería de Salud tiene como finalidad que la Atención Primaria actúe como barrera de contención del coronavirus, por lo que los profesionales dedican parte de su jornada a la detección y gestión de casos covid. Todo ello mientras siguen con el resto de su actividad: consultas telefónicas (para evitar contagios y que en los pasillos de los centros de salud se apelotonen los pacientes), consultas físicas (para personas cuyas lesiones necesiten ser vistas), atenciones domiciliarias y urgencias. No son los médicos los que organizan sus agendas, ya que el sistema de citas se realiza a través de Salud Responde. Tampoco son los que ordenan los protocolos; de eso se encarga la Administración sanitaria, es decir, la Consejería de Salud. Es cierto que unos son más agradables y otros menos, unos se vuelcan más que otros en el trabajo (su consulta) y algunos tienen más empatía con los pacientes. Son personas y eso mismo ocurre en todos los trabajos y ámbitos de la vida.

Son muchas las críticas y acusaciones que en las últimas semanas están recibiendo los médicos de familia cuando la responsabilidad de las deficiencias que hay en la sanidad pública no es de ellos. Sin embargo, todos somos culpables por consentir y permitir que los diferentes gobiernos jueguen con nuestra sanidad y nuestra salud. Si queremos una sanidad pública de calidad, tendremos que exigir y no callar, y, por supuesto, no maltratar a quienes están ahí para cuidar de nosotros.

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