Mensaje en la botella

De culillos y listillos

Uno se pregunta si esos caraduras no tienen contacto con la realidad de la calle

Y seguimos. Esta semana andaba pensando en los más de 600 muertos que, por desgracia, se ha cobrado el coronavirus en la provincia de Córdoba desde el inicio de la pandemia. Se merecen un homenaje, el más de los sinceros reconocimientos, sobre todo sus familias, que han soportado una situación tan dolorosa que resulta muy difícil de asimilar. Esa cifra muestra la crueldad de esta lacra que se está llevando -además de vidas- muchas otras cosas de nuestro día a día y que no sabemos a ciencia cierta si las recuperaremos.

Pero claro, como este país es así, se nos ha colado en la actualidad informativa un hecho que, por predecible que pudiera parecer, no deja de sonrojarnos y avergonzarnos. Me refiero a la retahíla -y los que quedan- de cargos públicos que se han saltado los protocolos y se han vacunado contra el covid-19 sin que les correspondiera. Ojalá se tratara de casos muy puntuales, pero tenemos desde alcaldes y concejales -tres de ellos en la provincia de Córdoba- hasta consejeros, sus familias, funcionarios y militares, todos ellos con el mismo argumento: lo hicieron para que no se desperdiciaran las dosis que se estaban administrando.

Sobre esto, hay dos cuestiones que deberían preocuparnos a todos. La primera es qué personajes tenemos al frente de algunas instituciones públicas con la desvergüenza de aprovecharse de su cargo para beneficiarse de una forma tan vil de la vacunación contra la enfermedad. En segundo lugar, uno se pregunta si esos caraduras no tienen contacto con la realidad de la calle. ¿De verdad no ven las desesperación de millones de familias preocupadas por cómo están sus hijos en el colegio, si sus mayores están a salvo o si en el trabajo -el que lo tenga- puede surgir algún brote?

Y luego está la famosa expresión del "culillo" de las vacunas, utilizada estos días por nuestro consejero de Salud y Familias (no podía ser otro), Jesús Aguirre, para explicar que Andalucía necesita jeringuillas para aprovechar esos restos que quedan en los envases del medicamento de Pfizer y obtener una dosis más. Vaya en defensa de Aguirre que a todo el mundo le quedó clara la explicación, si bien la siguiente duda es saber por qué Salud no tiene ese material si la administración de las vacunas comenzó hace casi un mes. Se supone que desde el primer día los sanitarios repararían en ello.

Con este panorama no nos queda otra que esperar una rectificación rápida, que la Junta de Andalucía consiga como sea esas jeringuillas y que de una vez se ponga en marcha un plan de vacunación serio, porque lo visto hasta ahora no es todo lo ejemplar que debería. En cuanto a los listillos, esos que se han aprovechado de los culillos para abusar de sus cargos y vacunarse, bien harían los gobiernos en darles cuanto antes una patada (simbólica, eso sí) en el traserillo, porque aquí ya no pintan nada. Estamos mejor sin ellos. Dimisión o cese, no hay otra.

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