La crisis desgasta al Gobierno del PP

editorial

07 de agosto 2012 - 01:00

EL Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) hecho público ayer confirma que el grado de deterioro del Gobierno de Mariano Rajoy no deja de aumentar desde las últimas elecciones generales como resultado de su forma de gestionar la crítica situación económica por la que pasa España. Este estudio de opinión, el tercero que se realiza durante la presente legislatura, en la que el PP goza de una amplia mayoría política en las Cortes, acentúa la tendencia ya esbozada por otros sondeos previos, que comenzaron bien pronto a constatar el inicio de un acelerado proceso de desgaste del Ejecutivo, si bien ahora de manera mucho más intensa, toda vez que no han parado de sucederse las malas noticias en el ámbito económico -recortes- y social -desempleo y empeoramiento de los servicios públicos-. El estudio del CIS no contempla aún el posible efecto entre el electorado del duro plan de ajuste puesto en marcha por la Moncloa ni el horizonte que el Gobierno ya ha señalado en su hoja de ruta ante Bruselas, que intensificará los recortes hasta 2014 sin que a cambio de estos sacrificios se produzcan mejoras en el empleo. Es de suponer que esta situación haya incluso empeorado:al duro ajuste del gasto público hay que sumar la hipótesis, cada día más próxima, de un posible rescate suave de la economía española. El PP ha perdido ya ocho puntos de respaldo electoral desde noviembre. Cuatro en los últimos cuatro meses:un punto porcentual por mes. Este deterioro político, sin embargo, no se traduce en una subida del PSOE, que, aunque ha reducido de 11 a 6,7 puntos la distancia que lo separaba del PP, no termina de ser visto como una alternativa sólida frente al Gobierno. Parece evidente que entre la ciudadanía existe una sensación de hartazgo general ante los políticos españoles, incapaces de caminar juntos para que los recortes sean menos duros o, al menos, terminen siendo útiles. La crisis no sólo está quemando electoralmente a Rajoy, sino a toda una clase política incapaz de crear consensos.

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