Desde el corazón de la Pascua

En el corazón de Madrid, en la plaza de Cibeles, habrá un gran concierto popular para festejar la Resurrección

Un anciano sacerdote insistía en sus homilías en que las octavas de las grandes solemnidades tienen la misión de permitirnos saborear misterios que nuestros corazones no pueden abarcar en un solo día. Siendo esto gran verdad, y aunque en los últimos años se haya impuesto entre los cristianos felicitar efusivamente la Pascua de Resurrección -lo de Pascua florida parece haber pasado al baúl de los recuerdos de los mayores- lo cierto es que entre nosotros, al menos de Despeñaperros hacia abajo, la Pascua nunca ha gozado de mucha popularidad.

La cosa llega al extremo en Sevilla, donde el Domingo de Resurrección se salva de convertirse en mero apéndice sobrante de la mejor semana del año gracias al pregón taurino y de la corrida que abre la temporada. Esta oclusión de la Pascua es un hecho llamativo sociológica y culturalmente, pero aún más desde el ángulo religioso, que debiera ser predominante en el asunto. Las expresiones masivas y callejeras de la Semana Santa en Andalucía, renovadas una y otra vez desde los últimos siglos medievales hasta hoy, acaparan todo el interés de las gentes. La vigilia pascual, que debería ser el eje de las celebraciones, se convierte así, contrariamente a su significación litúrgica, en fin del ciclo y de la fiesta. Los esfuerzos del clero para convencernos desde el inicio de la cuaresma de que lo más importante comienza ahora, tropieza con una resistencia de los sentidos que la razón, por más que se nos predique, no vence.

En el fondo nos encontramos quizá con una gran victoria del arte sobre la teología. Los misterios de la pasión y muerte de Cristo ofrecen una cantera inagotable para toda suerte de manifestaciones artísticas, de las que una cofradía en la calle es resumen inigualable. Frente a eso, los textos evangélicos de estos días, con su emotivo relato de la sorpresa y la alegría que rodearon cada una de las apariciones del Resucitado, apenas consiguen estimular la imaginación de los fieles. Quizá por eso, si se desea dar a la Pascua el valor que debiera tener, habría que buscar fórmulas nuevas, tal vez como la que el próximo sábado ensaya la ACdP en Madrid. En el corazón de la ciudad, en la plaza de Cibeles, habrá un gran concierto popular para festejar la Resurrección en el que intervendrán muchos y afamados artistas del momento. Pascua debe ser sinónimo de fiesta grande.

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