JAMES Carville, asesor de Bill Clinton en la campaña de 1992, hizo famosa la frase "Es la economía, estúpido", con la que pretendía meter en la cabeza del candidato que de nada servía desplegar sus mayores artes de seducción política si no entraba de lleno en lo que era una prioridad para los estadounidenses.
A Zapatero, que tanto habla de la crisis internacional cuando le vienen mal dadas, cuando se desmoronan los pilares, cuando las cifras del paro duelen como puñales, habría que decirle "es la confianza, estúpido" para que dejara de encontrar justificaciones equivocadas a las decisiones pésimas que toman otros respecto a España. ¿Moody's rebaja el rating de España? Pues claro, no hay confianza en que las medidas adoptadas por este Gobierno nos saquen del hoyo. ¿Las direcciones de Derbi y Yamaha anuncian que abandonan este país? Es evidente que lo hacen porque prefieren países más seguros; además llueve sobre mojado, son centenares las empresas que se han marchado de España en los últimos cinco años, en unas ocasiones buscando mano de obra más barata, en otras huyendo de los rigores sindicales y en los últimos tiempos porque la confianza en Zapatero es nula. Ninguna. Cero.
Es la desconfianza en el equipo de Zapatero el origen de todos nuestros males. No se trata de un rechazo a los profesionales españoles -Amancio Ortega acaba de subir más puestos en la lista Forbes y nadie es muy rico si no cuenta con buena cabeza y un excelente equipo gestor-, la mayoría de ellos muy bien considerados fuera de nuestras fronteras aunque aquí los buenos no encuentran trabajo; tampoco hay que echar la culpa al embrollo autonómico, aunque es evidente que la diferencia de modelos y legislaciones echa para atrás a infinidad de inversores, no quieren saber nada de un país en el que las normas son distintas según dónde se pretenda hacer negocio o levantar una empresa; tampoco está el problema en las leyes laborales, que tantas dificultades ponen para traslados, cambios internos, promociones ajenas a las exigencias sindicales o despidos. Esas leyes están vigentes desde hace décadas y sin embargo llegaban los extranjeros dispuestos a invertir en España. El problema es otro, el problema se define en cuatro palabras, José Luis Rodríguez Zapatero.
Saca pecho en cuanto tiene ocasión y asegura que tiene todo bajo control y en cuestión de semanas aparecerán los definitivos brotes verdes. Y cuando esos brotes verdes se resisten -lleva cuatro años anunciando mejoras- entonces echa balones fuera y afirma, sin que se le mueva un músculo, que el problema está en la crisis internacional. Que no, que otros países europeos que estaban peor que nosotros logran mejor rating de Moody's, y llegan los inversores, y los empresarios no se van con la música a otra parte.
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