El lanzador de cuchillos

La condena de Ory

Ory es un tipo brillante cuyo ego oceánico le impidió reconocer que se había pasado de frenada

Hace cuatro años, cuando el pobre Julen quedó atrapado en el fondo de un túnel y Camilo de Ory regó profusamente internet con frases diabólicamente ingeniosas sobre el accidente del niño malagueño, escribí un artículo del que reproduzco este extracto: "El tal Camilo de Ory, que así se llama el interfecto, es el doble macabro de Paquito Clavel, y a falta de un oficio mejor remunerado, se dedica full time a enmierdar las redes con gracietas infames sobre niños muertos y jóvenes violadas para regocijo de tontos con ínfulas y onanistas del teclado. Como dijo un poeta que sí escribía, mala gente que camina y va apestando la tierra. Reírse de la desgracia insoportable de un niño de dos años y de una familia pobre del sur del sur es para el psicópata narcisista y el grupo de petardas que le hacen los coros explorar los límites del humor: usted y yo no lo comprendemos porque es material sensible, sólo al alcance de espíritus refinados y campeones de la incorrección. Y si se le ocurre protestar o, en justa correspondencia, cagarse en su puta madre, la estrella tuitera le mandará a sus perros de presa".

Eso es lo que hizo conmigo: azuzarme a Rebeca Argudo, que entonces escribía en la beata sección de Familia del periódico de Marhuenda, y a toda la recua anónima de limpiasables que celebraban sus desvaríos en la plataforma del pajarito. Él, que tanto se quejó del linchamiento a que fue sometido tras la publicación de aquellos tuits aberrantes.

Hoy leo en el periódico que la Audiencia Provincial de Madrid ha confirmado la condena a 18 meses de cárcel que un juzgado de la capital de España impuso a Ory por los mensajes "ofensivos, humillantes y claramente despreciativos que publicó en la red social Twitter durante el rescate del pequeño Julen". Le queda el recurso del (y al) Supremo. No me gusta el personaje, pero espero que el Alto Tribunal revoque su condena. Como dijo Juan Carlos Ortega en MauerFest, hacer chistes de niños que han muerto dentro de un pozo es de hijos de puta, pero el Código Penal está para otras cosas. Ory es un tipo brillante cuyo ego oceánico le impidió reconocer que se había pasado de frenada. Juan Soto Ivars, que es amiguete suyo, planteó -también en MauerFest- una alternativa punitiva a su desbarre: "Camilo lo que se merece son dos hostias". Estoy seguro de que los padres de Julen se las darían con gusto.

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