Las colas

El Estado sigue siendo la única garantía -por remota que sea- de que podamos vivir con un mínimo de seguridad

El otro día pasé frente a una cola de gente que estaba esperando entrar en un comedor social. Era un callejón bastante apartado por el que casi no pasaba nadie, pero todos los que esperaban tenían esa actitud furtiva de quien no quiere que le vean ni que se fijen en él. Mucha gente llevaba gorros y bufandas y gafas oscuras, y casi todo el mundo procuraba dar la espalda a los transeúntes. Me sorprendió ver que había mucha gente joven en la cola, gente que podría tener la edad de mis hijos. Y no eran los típicos vagabundos o personas marginales que uno espera encontrarse en la cola de un comedor social, sino gente como la que uno ve en una librería o haciendo cola en el cine, esa clase de gente que pertenece a la tranquilizadora categoría de lo que denominamos "normal" (y que nos resulta tranquilizadora, por supuesto, porque nosotros nos incluimos en ella).

No sé si nos damos cuenta de lo fácil que resulta salir de la categoría de lo "normal" y pasar a engrosar las filas de los que hacen cola en los comedores sociales. Si pierdes tu trabajo, o cierra la empresa en la que trabajabas (aunque fuera por un sueldo indecente), o dejan de pagarte los tres proveedores habituales, un buen día ya no puedes pagar tu alquiler, y al otro ya estás haciendo cola en un callejón oscuro con un gorro de lana encasquetado hasta las orejas y unas potentes gafas de sol que te cubren medio rostro. Es así de fácil. Y quien pensaba que estaba a salvo de caer en esto, de pronto tiene que empezar a mentir a sus amigos y familiares y contarles que todo va bien, aunque en realidad todo se ha ido a hacer puñetas.

Pensaba en todo eso cuando el otro día leí que se había puesto de moda, entre los YouTubers que ganan cuatro millones de euros al año, empadronarse en Andorra para pagar muchos menos impuestos. Es cierto que el Estado se ha convertido en un monstruo confiscatorio que encima ha creado una Administración elefantiásica -estatal, autonómica y municipal- que está pésimamente gestionada. Y es más cierto aún que tenemos políticos ineptos que derrochan en propaganda el dinero de nuestros impuestos. Todo eso es cierto, sí, pero a pesar de todo, el Estado sigue siendo la única garantía -por remota que sea-de que podamos vivir con un mínimo de seguridad cuando las cosas vienen mal dadas. Ya sé que eso no le servirá de mucho a la gente que hace cola, sí, pero no es poca cosa.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios