Crónica Personal

La calle

Los españoles de a pie, seguro, no son más felices con este Gobierno que presume de sensibilidad social

Guillermo de la Dehesa ha dicho que "el gobierno actual no tendrá un final feliz". En otra persona sería un comentario sin excesiva relevancia, pero sí en un economista destacado y socialista que ha ocupado secretarías de Estado con Felipe González antes de pasar al sector privado, donde es consejero de varias empresas españolas y multinacionales.

De eso es de lo que más se habla en la calle, de cómo será el final de Pedro Sánchez: ¿ cuánto tiempo va a durar Pedro Sánchez, cuánto tiempo va a durar este Gobierno?

Los analistas y quienes siguen con el avatares políticos, que no ocultan su preocupación por la deriva española, especulan sobre las consecuencias del indulto a los independentistas catalanes, sobre el enfrentamiento del presidente con las instituciones judiciales, y sobre su obsesión por considerar a los independentistas personas de incuestionable bondad que se arrepentirán de los delitos cometidos. Y los últimos tiempos se ocupan también del episodio Brahim Gali, ejemplo de la incompetencia de este Gobierno, y cuyo último y bochornoso capítulo lo ha protagonizado ese avión argelino que pasó la mañana de ayer dando vueltas por nuestro espacio aéreo a la espera de que pudiera aterrizar para llevarse al dirigente Polisario. Hasta que fue el avión expulsado… por lo que se abre un nuevo frente en política exterior, ahora con Argelia. La ministra Laya se está luciendo.

En la calle, sin embargo, estos asuntos los siguen de refilón. Son otras las cuestiones que les quitan el sueño. El mantenimiento del puesto de trabajo, qué pasará con sus ERTE a partir de septiembre, si conseguirán nueva moratoria para la devolución del crédito ICO con el que han sobrevivido al cierre de sus negocios, si la vacunación permitirá recuperar la normalidad de la que tanto hablan Sánchez y sus ministros y por tanto volverán a abrirse las miles de puertas hoy cerradas por falta de clientes. Y hacen cuentas para ver si podrán pagar las deudas y cómo llegar a fin de mes tras haberse comido los ahorros.

Ahora, un nuevo motivo de preocupación: la subida considerable, muy considerable, del recibo de la luz. Las organizaciones de consumidores coinciden en su diagnóstico: la subida afectará fundamentalmente a las personas con menos recursos, las que no disponen de la libertad y capacidad para adecuar sus actividades o sus trabajos al horario imposible que ha aprobado el gobierno para las tarifas más bajas.

Este Gobierno, como la mayoría de los anteriores, pisa poco la calle. O nada. Los españoles de a pie, seguro, no son más felices con este Gobierno que presume de sensibilidad social.

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