Una broma sobre la libertad

El momento fue cuando algunos metafísicos dijeron que el hombre está condenado a ser libre

Muy contentos han estado siempre los tratadistas, teólogos, filósofos… elogiando con una amplia sonrisa la capacidad humana de ser libres. A todos los que se han enfrentado a esa realidad se les ponía cara de gozo pensando que esa condición suponía un montón de posibilidades maravillosas a nuestra especie. El ser humano, por ser libre, entraba, decían, en un orden muy superior al del resto de los seres vivos y le hacía ser el dueño y señor de la creación. Por otra parte, desde el punto de vista político y social, incluso diríamos antropológico, la libertad ha quedado siendo el símbolo de la dignidad humana, de manera que todos los movimientos revolucionarios la han tomado como reivindicación esencial.

La libertad, sin embargo, ha puesto sobre la mesa muchos problemas y demasiadas discusiones. Los teólogos han discutido sobre su fijeza y el conocimiento previo que Dios tiene de lo que va a ocurrir: los filósofos han planteado, por ejemplo, si la decisión es un producto racional del motivo más poderoso; los estudiosos de la ética han hablado de la responsabilidad que tiene el ser humano de sus acciones, que las hacen ser buenas o malas… Pero el momento más grave se presentó cuando algunos metafísicos dijeron que el hombre está condenado a ser libre, que, sin que se le haya pedido opinión, la persona tiene que enfrentarse a todo un mundo de decisiones, en muchos casos difíciles y graves, lo que es poco menos que nuestra gran desgracia.

Y para cerrar el círculo, este chascarrillo determinista, de los que creen que todas las decisiones son realmente bioquímicas y la libertad una falsa ilusión: Moisés, Jesús y un anciano con barba roja están jugando al golf. Moisés da un buen golpe pero la pelota va al estanque: separa entonces el agua y ésta sigue su camino al green. A continuación Jesús lanza la suya y, cuando va a caer, también al agua, la suspende en el aire y con un ligero golpe resuelve la situación. A continuación el anciano hace su jugada pero manda la pelota sobre una valla y de ahí salta a la calle por donde pasa un camión que la devuelve al campo, cayendo en un parterre, donde una rana la ve y se la mete en la boca. Aparece en ese momento un águila y la rana, al huir, pasa por encima del green y se le cae la bola directamente sobre el agujero. Moisés, muy enfadado, dice a Jesús: odio jugar con tu padre. Ilusión de la rana, del águila y del camionero.

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