La ciudad y los días
Carlos Colón
BBC y TVE: hasta la bola
Arte y artesanía no son lo mismo, pero se tocan. Una nace del impulso de decir lo que no cabe en palabras, ni en imágenes, ni en gestos. La otra, de la paciencia que moldea la materia hasta que encuentra su forma. En sus mejores momentos, se buscan y se transforman.
Platón habló de la belleza como un puente hacia lo eterno. John Berger dijo que el arte cambia la forma en que miramos. Y muchas verdades se revelan en la cerámica, en una aguja, en unas manos que dan sentido a lo inerte.
Louise Bourgeois tejía arañas como esculturas y cosía telas como memorias rotas. Hisae Yanase unió arte y artesanía en piezas que dialogaban con la forma y el color, y que parecían hechas para durar tanto como para emocionar.
El arte puede romper con todo y aún así sostenerse en el oficio. La artesanía puede repetir un gesto mil veces y contener una chispa de revelación. El arte aporta riesgo; la artesanía, arraigo. Juntos se enriquecen, un diálogo constante entre vértigo y tierra firme.
Clasificarlo todo es tentador, pero inútil. Hay obras que conmueven con técnica heredada de siglos. Hay objetos creados para usarse que terminan ocupando el centro de una vida.
Hay creadores que trabajan con disciplina de taller. Hay artesanos que piensan como escultores, pintores, fotógrafos o músicos. La línea no está en la materia, sino en lo que provocan y en la intención al hacerlo.
El valor quizá esté en reconocer que la creación es un territorio común donde ambas se cruzan. No para confundirse, sino para nutrirse. El arte puede aprender del rigor y la precisión del oficio; la artesanía, de la audacia y libertad del arte.
Pensemos en Carmen Laffón, que pintó y modeló con la misma entrega, haciendo que cada obra respirara la intimidad de lo hecho a mano. Ella no preguntaba si lo que hacía era arte o artesanía: simplemente lo hacía.
Es el acierto: dejar que la obra hable antes de la etiqueta. Que lo útil sea hermoso y lo hermoso sea útil.
Al final, no importa el nombre, sino si la pieza logra detenerte y cambiarte. Basta con eso.
También te puede interesar
La ciudad y los días
Carlos Colón
BBC y TVE: hasta la bola
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Viejas máscaras
Cambio de sentido
Carmen Camacho
¿En qué piensas?
Crónica personal
Pilar Cernuda
Sánchez recurre al Rey para potenciar la relación con China