Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Merece la pena?
NO todo tienen que ser volutas de yesería o rocallas en madera dorada. Un altar de nuestros días tiene que atenerse al lenguaje del momento; por eso no hay más que visitar los últimos templos construidos en la Diócesis. Si Juan Cuenca decidió en su proyecto recuperar el altar existente en el Puente Romano y dedicado a nuestros patronos, lo hizo con todas las consecuencias. Ayer se pudo ver este memorial en el que aparece el nombre de los dos mártires junto a unas palmas martiriales. Todo correcto. Frente a él, el San Rafael de toda la vida, ante el que se santiguaban los vecinos del Campo de la Verdad cuando volvían en el autobús y decían: "Ea, ya estamos en el barrio". En esta frontera simbólica con la Córdoba del otro lado del río ha surgido ahora este altar a los patronos que como a la gente le dé por él pronto estará lleno de velitas. Será el éxito total, la modernidad rendida a los pies de la religiosidad popular.
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