Verano de ratas presumidas

En tiempos del franquismo afectaban más a los barrios pobres. Pero las ratas de hoy en día ya no hacen distinciones

Las ratas han vuelto. Este verano hemos leído más noticias de ratas que de medusas. Las denuncias de los vecinos empezaron en las grandes ciudades (Barcelona, Madrid y Sevilla) y después se sumaron otras poblaciones que también reclamaban sus cuotas de raticidas. Mientras se hablaba de una posible crisis de ministros en la Moncloa, y del repartir surrealista de las consejerías en San Telmo, las ratas salían a la luz y presumían de poderío. En tiempos del franquismo se hablaba mucho de las ratas, a las que vinculaban con la pobreza. Afectaban más a los barrios pobres. Pero las ratas de hoy en día ya no hacen distinciones.

La cosa empezó en Barcelona. En pleno mes de julio, aparecieron ratas en pleno centro, en la plaza de Cataluña, donde están El Corte Inglés y el Primark. De inmediato, fueron fotografiadas en la prensa local. Llovieron las críticas a la muy progresista alcaldesa Ada Colau. No habían pasado ni dos días, cuando los podemitas de Madrid denunciaron una plaga de ratas en el barrio de Valdebernardo. Naturalmente, culparon al alcalde pepero, José Luis Martínez-Almeida. Anotamos que las ratas de la alcaldesa de En Común estaban en el centro barcelonés y las del alcalde del PP en la periferia madrileña.

En Sevilla, las ratas aparecieron en la plaza Nueva, a pocos pasos del Ayuntamiento, que ahora gobierna el socialista Antonio Muñoz. Antes de que talaran el ficus (esa serpiente de verano), ya habían aparecido ratas en Triana. Y también en el barrio del Juncal. Aún antes, cuando la gente todavía salía a la calle con mascarillas, yo vi dos ratas junto a la puerta de San Miguel de la Catedral de Sevilla, sin que entraran dentro a hacer la estación de penitencia, gracias a Dios. Las ratas sevillanas son de las más interclasistas. No distinguen entre ricos y pobres.

Más cojoneras han resultado las de la urbanización de Fuentebravía, en El Puerto de Santa María. Muy cerca de la base de Rota, precisaron en las informaciones. Ni con drones, ni con los nuevos destructores de Biden, podían con esas ratas. Aparecían en cuartos de baño de pisos bajos, como Pedro por la Moncloa; es decir, como si fueran suyos. Unos vecinos denunciaron que hacían sus necesidades en cubos, por miedo.

Algunos expertos dicen que proliferaron en aquellos tiempos de la pandemia. Como la gente quedó confinada, limpiaban poco. Las ratas vivían felices y se multiplicaban. Hemos vuelvo a los tiempos franquistas de las ratas, cuando se le aparecían a los pobres. Con la diferencia de que ahora también asustan a los ricos. Vamos progresando.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios