Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Verano dramático

La gestión regionalizada de la pandemia se ha convertido en un guirigay que deteriora la imagen de España en Europa

Hay dos factores que añaden intensidad dramática a este verano ya dramático de por sí y que nos anticipa un otoño y un invierno de echarse a temblar. Estos dos factores nos ponen delante de nuestras propias contradicciones como colectividad. Ciertamente, hemos avanzado mucho en la construcción de una sociedad avanzada, pero nos hemos dejado cosas importantes por hacer. Ahora la pandemia y sus consecuencias nos las ponen delante de nuestra cara.

El primer factor tiene que ver con el modelo autonómico y sus muchas ineficiencias. La gestión regionalizada del coronavirus se ha revelado un auténtico guirigay que le supone a España un tremendo coste en imagen y que pone de nuevo a nuestro país como referente en cuanto a mala gestión de la enfermedad. El Gobierno de España de ser autoridad única omnipotente y omnipresente ha pasado a la condición de testigo que se pone de perfil. Cataluña es un modelo de todo lo que no se debe de hacer y su curva de contagios sube y sube. Mientras en Galicia exigen el registro de todos los viajeros que lleguen de lugares de riesgos, en Andalucía alguien ha decidido que en las discotecas el virus en más letal de 5 a 7 de la madrugada que de 3 a 5 y en Valencia piden una negociación de tú a tú con el Reino Unido. En un momento como este, dar la impresión de no ser un país serio se paga muy caro y habría que hacer una reflexión de por qué nos estamos convirtiendo en una especie de apestados para el resto de Europa.

El segundo factor incide en la falta de una estructura productiva diversificada y acorde con los tiempos, uno de los grandes déficits de España que ahora se pone trágicamente de relieve, como demostró la Encuesta de Población Activa del martes. Poner todos los huevos en la cesta del turismo y sus actividades conexas era una mala idea. La fragilidad del sector ante factores incontrolables, como es el caso que nos ocupa, se ha demostrado letal. En Andalucía, la excesiva dependencia de esta actividad y la falta de una industria potente nos pone en una situación de enorme debilidad que nos va a costar mucho empleo y mucho sufrimiento, como viene advirtiendo, por cierto, el presidente de la Junta.

Esta es la situación con la que llegamos a primeros de agosto. Confiemos en que lo que nos cuentan sobre los avances de la vacuna sea cierto y venga antes de lo que se pronosticaba o en que se encuentre un tratamiento farmacológico efectivo. Si no, le virus puede terminar doblándonos el brazo.

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