Yo te digo mi verdad

Vaya moción

A lo mejor es la expresión superlativa de un 'me vais a oír', como otra versión extensa de un artículo de opinión

Es imposible responder con un razonamiento a algo tan irracional como la presentación de la moción de censura por parte del partido ultraderechista Vox, con un candidato que anteriormente era un reconocido y respetado economista, pese a su filiación comunista. Por supuesto que la iniciativa es legal y, por lo tanto, en un sistema tan deudor de las formas como lo es una democracia, es legítima. Y eso a pesar de sus varias y numerosas contradicciones.

Porque, primero, ¿qué se pretende? Es evidente que no la destitución de Pedro Sánchez, ya que la moción no tendrá más apoyos que el de los mismos que la presentan. También salta a la vista que el candidato sabe que no va a gobernar, e incluso hay serias dudas de que, con su avanzada edad, pueda resistir la duración del debate. De Vox ya sabemos que lo que busca es que se hable de ellos, pero ¿y Ramón Tamames qué espera? No quiero creer que su intención sea propiciar un gobierno ultra, ni se puede pensar que se crea con la capacidad de convencer a la Cámara con su oratoria "limpia y libre de ataduras partidistas".

¿Se trata tal vez del catedrático que se ve como el único capaz de dar una última lección a los políticos de este país, a lomos de un ego, este sí, no envejecido? A lo mejor es la expresión superlativa de un me vais a oír, como otra versión muy extensa de un artículo de opinión de alguien que se cree por encima de la mediocridad. ¿Tal vez el viejo profesor se sintió, con la llamada de Abascal, estar llamado a ser la voz de la conciencia de un país entregado a la mediocridad inconsciente?

La moción de censura es un mecanismo recogido en la Constitución y que puede ser ejercido por quienes reúnan los requisitos exigidos. Vox, perteneciente a ese ala extremista que tanto reprochó en su momento a Sánchez haber llegado al poder por esa vía, se ha mostrado, última y contradictoriamente, como el grupo más amante de la fórmula. Otros han intentado sacar la cabeza de esa manera: ahí están los precedentes de Felipe González (quien más provecho le sacó a su derrota), Hernández Mancha (tan olvidable), Pablo Iglesias (en maniobra oportunista propia del personaje). Sólo el actual presidente del Gobierno obtuvo el éxito y por eso fue llamado okupa de la Moncloa. ¿Cómo llamaremos a Tamames, después de esto?

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