Ignacio Martínez

Toreo de salón

Hoja de ruta

03 de noviembre 2010 - 01:00

SOSTIENE Arenas que hay una situación de emergencia social en Andalucía, con 1.130.000 parados. El jefe de la oposición va escapado en las encuestas, camino de la victoria en 2012, pero advierte que no quiere la gloria del triunfo, sino la responsabilidad de gobernar. Se agarra a la dramática cifra de paro, el 28,5% de la población activa, para subrayar sus diferencias con el socialismo gobernante. Y utiliza la didáctica: dice que subir impuestos, recortar pensiones, sueldo de funcionarios e inversiones, asusta a consumidores y a inversores. Impecable. Pero para llegar a fin de mes hay que saber dónde se consiguen más recursos y de dónde de reduce.

En este campo no es preciso. Arenas se lamenta de que las familias estén todo el día ahorrando y los gobiernos sigan despilfarrando. El discurso de la austeridad es bienvenido, aunque no sea un bien en sí mismo. El bajo coste de una administración de poco serviría si es menos eficiente. El líder popular es muy aficionado a los eslóganes. Y como es un buen profesional, sabe cómo usarlos. El último es que la publicidad no crea puestos de trabajo. Se queda corto. El empleo lo crean las empresas; no lo hacen ni la propaganda, ni los gobiernos. Y menos, un gobierno autonómico; salvo el vasco y el navarro. Para los demás, la política fiscal la decide en Madrid el Gobierno central y la monetaria la maneja desde Fráncfort el Banco Central Europeo.

Y esto, parcialmente. El profesor Aurioles ya ha explicado en este diario que hay una guerra mundial de divisas. Los japoneses, con tipos de interés del 0%, han creado un fondo para comprar deuda, sobre todo propia. Tienen el equivalente a un millón de millones de dólares en reservas; venden yenes y compran dólares. Mantienen su divisa baja. Los americanos, con intereses cercanos a cero, han decidido darle a la máquina de hacer dinero. La inflación no les preocupa y juegan al dólar barato.

Los chinos se resisten a revaluar su yuan y ya tienen dos veces y media las reservas de Japón. El principal tenedor de deuda soberana del mundo ha creado su propia agencia de calificación, no se fía de las americanas, y de camino ha bajado la nota a la deuda estadounidense. Brasil y México han tomado medidas para que sus divisas no se aprecien. Y Europa no hace nada. A las potencias industriales o turísticas les convendría un euro más bajo. Pero en ese caso la deuda de Irlanda, Portugal, Grecia o España no sería atractiva para los inversores internacionales y países como Alemania tendrían que sustituirlos. La austeridad es un divino tesoro. Necesario, pero absolutamente insuficiente para generar empleo. Arenas, como buen profesional de la política y del poder, debería saber que para infundir confianza y seguridad hace falta mucho más que eslóganes. Porque los eslóganes no crean puestos de trabajo. Y tampoco el toreo de salón.

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