De reojo

Ángela Alba

aalba@eldiadecordoba.com

Tiendas de barrio

Cuando solo queden grandes supermercados y locales vacíos, ¿qué dará vida a nuestros barrios?

El comercio de cercanía ha sido uno de los mayores damnificados en esta crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus. Aunque gran parte de las tiendas de alimentación han estado abiertas durante el confinamiento, hay muchas otras que se han visto obligadas al cierre y, con ello, a la ausencia de ingresos mientras han seguido pagando sus cuotas y sus mercancías de temporada se quedaban colgadas.

Los comercios de cercanía son los que valorizan a un barrio, los que le dan vida y también un punto de encuentro entre sus vecinos. Históricamente, estas pequeñas tiendas han sido mucho más que un lugar donde comprar, convirtiéndose en un salvavidas para muchas familias que no tenían liquidez hasta final de mes. Los establecimientos de alimentación fueron en los malos momentos una mano amiga que fiaba, esperando que sus clientes y vecinos tuvieran buena voluntad. A veces no llegaban a cobrar de algunos, pero no por eso dejaban de creer en la palabra de los demás.

Mi abuela era una de esas mujeres que durante el franquismo compraba fiado en una de las tiendas de su barrio, la de Antonia y Pablo, a la única que fue durante toda su vida, aunque años después ya no le hiciera falta como antaño. Sin embargo, tenía tan interiorizada esa forma de comprar que a pesar de que llevara dinero, tenía una cuenta que pagaba a final de mes, como había hecho durante tanto tiempo. Esa fidelidad que tuvo hasta el final de sus días siempre fue una forma de agradecerles lo que habían hecho por su familia en los malos momentos. Y no entendía cómo otras mujeres que habían pasado por lo mismo que ella dejaran de ir allí cuando al barrio llegó una famosa cadena de supermercados.

Esa ha sido la puntilla para este y otros establecimientos de cercanía -sobre todo de alimentación- de todas las zonas de Córdoba, que intentaron e intentan hacer frente a las grandes superficies y cadenas. Lo más grave es que nosotros somos los culpables de que esto ocurra. En esta vorágine en la que vivimos, vemos más rápido, por ejemplo, comprar fruta, carne, pescado y productos de higiene en el mismo sitio, a veces sin tener en cuenta de dónde proceden o si tienen más o menos calidad. Pero, cuando solo haya grandes superficies y locales vacíos porque los pequeños comercios se vean abocados al cierre, ¿qué dará vida a nuestros barrios?

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