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En su cuenta de la “red social antes conocida como Twitter” se define como comunicadora política de día, compositora de noche e insomne de madrugada. Peruana siempre y migrante por España. Se llama Laura Arroyo y, en realidad, es (o ha sido o está en proceso de dejar de serlo, aunque, como diría Umbral, no me voy a levantar a comprobarlo) una empleada de Podemos en el Congreso, que trabaja también para Pablo Iglesias en el Aló Exvicepresidente que le ha montado al Gramsci de Galapagar el trotskocapitalista Jaume Roures.
Y como la asesora ultraizquierdista no pega ojo –puede que sea el efecto de escuchar más veces de lo soportable sus composiciones musicales– hace un par de noches se sumó (con perdón) a la última moda cuqui de la Red: “contar anécdotas con fascistas”. Les advierto, amigos lectores: se trata de una historia espeluznante. Si quieren seguir leyendo, ustedes mismos. Relata Arroyo: “Me subí a un ascensor en el Congreso para ir hacia la planta en que trabajo. Entraron Espinosa de los Monteros, Abascal, Smith y un técnico de Vox. Iban conversando. Sonrientes. Una mañana de trabajo normal en fachilandia. Se callaron al verme. Cubrí por inercia la credencial que decía Grupo Parlamentario Confederal Unidas Podemos y empecé a temblar. Temblé las tres plantas que el ascensor debía subir para poder bajarme. Llegué a la tercera planta. Salí corriendo. Decidí en ese momento que nunca más me quedaría en un ascensor si uno de ellos subía. El cuerpo a veces analiza mejor que la cabeza y reconoce amenazas sin distinciones. No siempre hace falta que te digan algo para sentirte amenazada. Desde que entraron en el Congreso vivimos, además del temor social de lo que representan, ese temor corporal y primario. Las diputadas de izquierdas lo saben bien. Las técnicas también. Construimos nuestros protocolos de defensa individuales y seguramente limitados, pero necesarios”.
La asesora peruana de Podemos consiguió salir sana y salva del ascensor del Parlamento de un país democrático perteneciente a la Unión Europea en el que había coincidido con la plana mayor del tercer partido de España. Nos alegramos: si se hubiera encontrado en otro ascensor a alguno de los centenares de violadores que ella misma ha contribuido a sacar de las cárceles es probable que no tuviera cuerpo ni ánimo para contar milongas de terror psicológico.
P.D : La esquizofrenia es una enfermedad grave por la cual las personas interpretan la realidad de manera anormal. Puede provocar alucinaciones, delirios y trastornos graves en el pensamiento y el comportamiento. El fanatismo ideológico es aún peor.
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