Sensibilizar

Para entender a Homero, ¿hay que ser un ciego del siglo VIII a. C.

Leo no sé dónde –hay gente paque unos diputados franceses se han sometido a un experimento con descargas eléctricas en el vientre para sensibilizar a la población sobre lo dolorosa que puede llegar a ser la menstruación (con vistas a introducir una nueva ley de bajas médicas en casos de menstruación dolorosa). Vale, muy bien, el asunto es importante, pero ¿realmente hace falta someterse a este experimento ridículo con descargas eléctricas en el bajo vientre? Es cierto que el experimento se dirige a los hombres, que no padecen la menstruación –salvo que se hayan autodeterminado hombres a pesar de tener útero–, pero ¿no se supone que cualquier varón mínimamente racional es consciente del dolor de la menstruación o de las molestias que causa? ¿Hay que enseñárselo a través de estos ejemplos tan evidentes y tan idiotas? ¿Hay que volver una y otra vez a estas muestras de vergonzosa literalidad que humillan –o deberían humillar– a quien las hace y más aún al público al que se dirigen?

Se supone que los seres humanos de la civilización más desarrollada tecnológicamente de la historia poseen una facultad que se denomina empatía, gracias a la cual podemos imaginar –o incluso experimentar– lo que sienten otras personas que no tienen nada que ver con nosotros. Y si esto es así, ¿un hombre no puede imaginar lo que siente una mujer? Y al revés, ¿una mujer no puede imaginar lo que siente un hombre? ¿Y de qué sirve el arte –la pintura, el cine, la poesía, la novela– si un ser humano no es capaz de ponerse en la piel de otro ser humano del que le separan millones de circunstancias, algunas biológicas, otras culturales, otras económicas o físicas? Para entender a Homero, ¿hay que ser ciego y vivir en el siglo VIII a.C.? Y para disfrutar de la poesía de Emily Dickinson, ¿hay que ser una solterona que no sale de su casa y va siempre vestida de blanco? ¿A esto hemos llegado?

Pues se ve que sí. Para sensibilizar a la población sobre el dolor menstrual, dos simpáticos cantamañanas se aplican descargas eléctricas en la tripa. Esta época nuestra es asombrosa. Cada vez que aparece en algún sitio el verbo “sensibilizar”, podemos estar seguros de que vamos a asistir a un espectáculo grotesco. En fin, disfrutemos de la primavera, ahora que todavía somos capaces de ello sin que previamente nos hayan tenido que “sensibilizar”.

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