Rubiales, piquito de oro

El caso Rubiales está demostrando que no hay quien pueda con la locura de la información en tiempo real

En el noticioso mundo de ayer, González-Ruano decía que nada había más antiguo que el periódico del día anterior. Ya sucedía así en la era antañona de la prensa. Lo que hoy era noticia mañana era un obituario del tiempo. De un día para otro todo se amarillea con la mala color de un enfermo del hígado. Incluso hoy, incluso ahora mismo, hasta un tuit envejece atrozmente. Se hace viejo a los cinco minutos. En la era informativa y bulímica de internet, el caso Rubiales está demostrando que no hay quien pueda con la locura de la información en tiempo real.

Esta columna no iba a versar otra vez sobre el calvo Rubiales, el de los huevos de oro a lo Javier Bardem. Al menos no del todo. Pero aquí se ve uno, reescribiendo la pieza que no tenía pensado escribir. Y todo porque Rubiales, en gloriosa comparecencia matinal, dijo hasta por cinco veces que no iba a dimitir como presidente del fútbol español. Alegó que todo lo sucedido obedecía a un “asesinato social” contra él. Su alocución logró su pico de gloria, valga la redundancia, cuando habló del famoso pico dado a Jenni Hermoso. “Le dije: ¿un piquito? Y ella dijo, vale”. Sin duda la cita es candidata a frase del año. Más allá de lo caro del asunto por posible agresión sexual, reconozco que solté mi risotada. Y creo que no he sido el único. Nos creemos curados de espanto, lo que nos demuestra que, en el fondo, estamos muy enfermos si nos lo creemos. A vueltas con el piquito, su intervención demostró algo asombroso. Su extraño dejo motrileño en el hablar no empañó sus dotes como tribuno con piquito de oro.

Todo el mundo clama contra Rubiales al querer convertir a la víctima en culpable e incitadora del beso. Sólo le faltó decir que Jenni lo tentó irresistiblemente con la nueva fragancia de moda entre ciertas féminas: el Vabbing. Dícese del perfume tomado directamente de los flujos vaginales, lo que al parecer incita al macho a berrear de ardor cual procreador de la dehesa. A mí, sin embargo, lo que me dejó más estupefacto es el momento de chulón de empresa en el que el sujeto ofrece a Jorge Vilda, sin complejos ni privacidad, su renovación: “He activado los mecanismos para que te quedes con nosotros cuatro años más cobrando 500.000 euros al año. Te lo mereces”. Más allá de su pública autodestrucción, lo que el supuesto corrupto Rubiales ha evidenciado, una vez más, es su estilo bajuno. Le viene de fábrica y, también, de la materia prima que hoy aportamos como país en buena parte ineducado y soez. El Gobierno se encargará de fulminarlo. No quiero marcarme un Sostres. Pero todo me resulta la mar de divertido.

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