Tinta y borrones

Renovación

La renovación en política, al final, se trata de que cambien los bandos y cada vez le toca a uno

La venganza es un plato que se sirve en frío. Este fue uno de los mensajes que el domingo me llegó de algunos socialistas que asistían al espectáculo del revolcón que el PSOE de Pedro Sánchez le dio a Susana Díaz. Estaba pasando, sí. Era la confirmación de que Susana Díaz ya no es lo que era y que la autoridad -¡ay, la autoridad!- ya no reside en Sevilla. La ley de Talión, decían otros, sanchistas -o al menos no susanistas-, por supuesto. El repaso que Ferraz le ha dado a las listas de Andalucía, entre ellas la de Córdoba, se recordará durante algunos días. Pero no demasiados, porque en la política, ya se sabe, todo puede volver a cambiar de un día para otro. Los vencedores pasarán a ser los vencidos y viceversa. Pero todavía hay tiempo para saborear esta victoria.

En este capítulo hay una clara ganadora: la alcaldesa, Isabel Ambrosio. Quizá muchos esperábamos por fin el golpe en la mesa de la regidora, una de las cuestiones que tanto se ha echado en falta en este tiempo, ya no tanto en el partido, sino también en Capitulares. Lo escenificaba muy bien el compañero Rafael Ruiz al hacer la comparación con Juego de Tronos. Yo es que nunca he visto esa serie ni tengo la pluma de mi amigo, pero vaya, que vengo a decir lo mismo. Por fin Ambrosio se ha hecho oír, aunque bien es cierto que la coyuntura para ella ha cambiado de manera considerable y ya no hay miedo a la todopoderosa Susana Díaz . Qué valientes somos todos desde la barrera. No le ha podido salir mejor la jugada.

En realidad, la política es siempre lo mismo, se trata de colocar a los míos o a los tuyos. Y cada vez ganan unos u otros. La renovación, realmente, es relativa y lo que cambian son los bandos. Hay quien tiene la destreza de permanecer a uno y otro lado como mejor convenga, hay quien prefiere quitarse del medio aunque sea por un tiempo y luego volver triunfante. Hay quien se agarra a un clavo ardiendo y ha elegido la política como forma de vida. Y también hay quien asume los cargos con dignidad y para mejorar realmente las cosas. A veces, estos son los que brillan por su ausencia en las listas.

En el PP no ha estado la cosa tan divertida, al menos en Córdoba. Andrés Lorite -el hombre que se postulaba para todo- ha conseguido al fin hacer valer su papel de casadista aférrimo y liderará la lista al Congreso. Ayer prácticamente andaba flotando en la Diputación. Seguro que lo hará estupendamente, ganas no le faltan.

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