Mejor expresado, después del intento de censura. La sexta utilización de esta herramienta constitucional no pasará a la Historia por su brillantez. Aburrido el candidato, aburrido el sometido a censura, aburridas y aburridos las y los portavoces. Ahora bien, la construcción del relato no deja mucho espacio a la duda, entre otras cosas, porque fue lo que pasó. El presidente la superó, holgadamente, como estaba previsto; el presidente sale reforzado, como no lo estaba tanto.

La caspa en la chaqueta de Tamames durante su discurso inicial y el debate ofrecen una imagen bastante realista del absoluto desatino de la elección de Vox en el montaje de esta moción inoportuna. Ni acertó el momento, a un paso de las elecciones municipales con un gobierno tocado, y a dos de las generales; ni con el discurso, un diagnóstico fatalista, que más o menos podría sostenerse, pero sin ninguna propuesta de gobierno; ni acertó el tono, en lo serio, soberbio, en lo ligero, socarrón, del siglo pasado. El candidato, por supuesto, coherente con el guion: un anciano, quizás respetable por su edad y contribución, tirando a la basura gran parte de su predicamento, llevado por una estúpida vanidad mal aconsejada y peor decidida. Una oferta desechable, incluso a pesar de Sánchez.

El presidente aprovechó el tiempo que todos perdieron. Le regalaron una tribuna extraordinaria para sacar pecho de sus logros, sean los que sean los que venda. Poco importaba en el escenario. El soniquete imaginario de la percepción política era básico: españoles, compatriotas (que a él le gusta adornarlo), si la alternativa es esto, ¿de verdad la preferís? En la estrategia de win-win que persigue Sánchez desde el inicio le vale por igual el convencimiento a los propios, que sorprendentemente consigue en parte, como la elección por descarte, aspaventando el miedo al que venga. Y, ojo, puede volver a funcionar si se le dan balones enormes de oxígeno como éste.

Yolanda de blanco Díaz derrotó la tensión interna con Podemos, esquinado e irrelevante en la aportación de liderazgos. El que tiene es extraparlamentario, Iglesias, y anda riñendo todo el rato, ¡malditos burgueses!; lo que hay en el Congreso no es liderazgo, Montero, Belarra, sino resistencia. O se suman o no cuentan. La que cuenta y suma, especialmente a Sánchez, ("gracias, presidente de todos los españoles", ojito), es Yolanda.

Terminado el fuego de artificio, queda lo serio. Más allá de la censura fracasada, la única ventaja de quienes queremos cambio es que las noticias de entonces ya están en la basura. Lo determinante es fijar el verdadero objeto del debate y de la elección que tendremos que hacer: lograr un espacio demócrata y centrado, que aborte la caspa y reivindique la moderación, aunque el liderazgo para ello sea meramente instrumental por una vez. Prestar el voto con sentido y pragmatismo, si se quiere mandar de viaje a Peter al País de Nunca Jamás.

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