Ay, votante mío, qué cosas! No has atendido ni un solo minuto al baratillo del exabrupto. Pero lo hay. Y mucha tontería. Y mucha barbaridad. Y mucho peligro.

Sé bien, porque te conozco al vivir contigo desde siempre, que no has tenido ni tienes la más mínima intención de desplazarte con tu voto de eso que antes se llamaba, en los tiempos de los grandes presidentes (¡ay, Suárez!, ¡ay, Felipe!), normalidad democrática. Esa visión de país, el de uno normal en términos democráticos, anclado en la recuperación de la libertad en igualdad, es la que ha proporcionado el mayor nivel de prosperidad y desarrollo que hemos tenido en la historia moderna. Mucha más luz que sombra. Cualquier día abundamos más en el tema, pero esta vez me llevan un poco los demonios y no me los quiero dejar dentro. No porque te afecten, sino porque nos afectarán a todos si callamos.

Cuando escuché a aquel tipo, de traje imposible, en la tribuna del Parlamento andaluz llamar buscadores de huesos a quienes intentan encontrar los restos de sus familiares asesinados por la cruel dictadura franquista me dio un asco tremendo; lo que dijo y él mismo, porque la condición de diputado no disfraza la miseria personal. Proponer, irresponsable e ignorantemente, armarnos para protegernos, soslayado todo después con una demagógica y poco elaborada idea de la legítima defensa, sería solo hilarante (porque el debate no está en la calle ni en las necesidades de la gente) si no fuera peligroso. Copar listas con generales retirados, de impecable equidistancia entre el golpismo y la nostalgia, debería ser garantía de que los votase solo Pepe el del tambor, pero lo venden como un valor. El frustrado candidato Paz, negacionista del Holocausto, defensor de Billy el Niño, revisionista de la historia y con un nivel tan biliar de homofobia que alimenta toda sospecha, ya no está, pero le echan de menos. Y, para colmo, ese otro, antes juez, hoy diputado, nunca bien ponderado, siempre azote del feminismo, diciendo que no hay brecha salarial y que el techo de cristal se rompe pariendo: un chubasquero, aconseja, para que todo resbale.

Coincido con quienes piensan que mencionar los dislates de Vox es hacerles el juego, pero hay que señalarlo: el riesgo no está en que cuatro iluminados digan tonterías, el riesgo cierto está en que las dicen con normalidad, sin que aparentemente pase nada. Ser demócrata no es tolerarlo todo porque se vote, eso es ser un pobre demócrata estúpido. Ser demócrata es defender que se vote lo que se vote no se pongan en riesgo la democracia y sus valores. Por eso, igual que cuando Sánchez se subió al machito no valía todo, ahora tampoco vale todo; tanto si el rompedor se llama Francesc Franc como si se llama Francisco Franco. Respira hondo, amigo, y sigue bien, que falta hace, a pesar de todos nosotros.

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