Crónica Personal

Pintan bastos

La peor situación vivida en la España actual, y con el peor Gobierno para hacerle frente

Está la cosa regular tirando a mal, y ha aparecido algo que suele ir de la mano de la miseria: la inseguridad ciudadana. Estos días se han incrementado los robos y la violencia callejera, a la que se dedican delincuentes de alta y baja estofa; pero también han aumentado los robos en supermercados, más propios de familias que no tienen recursos para sobrevivir ni siquiera acudiendo a las llamadas colas del hambre, que se han reducido sensiblemente en esta época estival. Y se han incrementado las ocupaciones, que no siempre proceden de quienes las defienden como movimiento social que apoyan algunos partidos y plataformas, casi todas ellas cercanas a Podemos, sino que se han visto obligados a ocupar viviendas ilegalmente muchas familias que no tenían dónde caerse muertas, porque se les cerraban todas las puertas de los organismos sociales que tendrían que echarles una mano.

Pintan bastos, y eso no lo arregla la ayuda europea ni los viernes sociales de un Gobierno que de las cuestiones sociales se ha ocupado lo justo aunque presume de sensibilidad y corazón solidario. El corona virus ha provocado la ruina de miles de negocios obligados al cierre, y más que van a cerrar. Los rebrotes, que no se esperaban hasta bien entrado el otoño, han herido de muerte la España del ocio y acabado con el turismo. La ministra Laya, que presume de que en su encuentro con Picardo no hablaron sobre la soberanía de Gibraltar, cuando era lo único que podía justificar esa reunión injustificable, no es capaz de convencer a Reino Unido o Francia de que anulen las medidas que impiden las vacaciones de sus ciudadanos en España. Del resultado de sus gestiones, se deduce que la ministra no tiene predicamento fuera de nuestras fronteras.

No hablamos de una cuestión menor. El turismo es fundamental para la economía española, es el sector que crea más empleo, en puestos directos e indirectos. Si falla el turismo, media España se viene abajo laboralmente hablando. Pero también sufrirá el campo porque las negociaciones en Bruselas no han ido bien en ese terreno, y en el sector del automóvil no les llega la camisa al cuerpo.

Los brotes están ahí y es probable que colegios y universidades tengan que tomar medidas que impidan que las clases con un mínimo de normalidad, con lo que centenares de miles de estudiantes se van a resentir en su formación. Pero lo más grave, siéndolo todo, es que no se vence aún al maldito virus, ni en España ni en el resto del mundo, y la preocupante precariedad actual, no se le puede poner fecha de caducidad.

La peor situación vivida en la España actual, y con el peor Gobierno para hacerle frente.

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